Wílmar Galindo: un pirata Real
Este hombre es un hincha ferviente de Real Cartagena y su pasión es tan grande que en 1999 creó uno de los elementos que le ha dado identidad al equipo de fútbol de la Ciudad Heroica: su mascota, conocida como el Pirata.
Por Jonathan Jiménez Hernández – jjimen43@eafit.edu.co
“No joda Pirata, ya eres famoso, hasta acá vienen a hacerte entrevista… Muchaaacho, vas a tener que cobrar. Ajooo, trajiste el álbum y todo… Cuéntale, cuéntale al pelao cuando te disfrazaste en los Centroamericanos. Yo creo que ese día te la fumaste verde”.
Entre risas, esta mujer de unos 40 años encontró un buen motivo para “mamarle gallo” a este hombre que trabaja allí donde se encuentran, el Establecimiento Público Ambiental de Cartagena que es la máxima autoridad ambiental de la ciudad, con sede en el tradicional barrio de Manga.
Wílmar, o mejor El Pirata, sonríe tímidamente y por momentos se queda en silencio, quizá porque se siente apenado cada vez que alguien entra a la cocineta donde está y lo ve mostrando un álbum que tiene cientos de fotos en la que posa con jugadores emblemáticos del fútbol profesional colombiano, mientras representa a su personaje o lleva puesta su camiseta del Real Cartagena.
Cuando vuelve a soltarse para responder a las preguntas, ingresa otra mujer al lugar de la entrevista y en voz baja la otra le dice a su amiga: “Óyelo, óyelo, siempre comprometido con su Real”. Wílmar se desconcentra y termina por responder algo que no se le preguntó.
Este cartagenero de aproximadamente 1.70 de altura, moreno, bigote y pelo corto procede del barrio Daniel Lemaitre, uno de los más populares del Corralito de Piedra. Estudió artes escénicas y personificación, y por eso le queda fácil ser El Pirata del equipo cartagenero.
Pero fue más allá en el mundo académico: estudió Administración Pública y Recursos Naturales. Y además ha sido el presidente de la junta de acción comunal de su barrio de origen. Ahora labora allí mismo donde está, en el Establecimiento Público Ambiental de Cartagena.
En 2006 tuvo la oportunidad de representar a uno de los personajes principales en los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se llevaron a cabo ese año en la ciudad amurallada: representó a Dany, un alcatraz emblemático de la Heroica.
A sus 50 años este personaje espera que estos seis tortuosos años de jugar en la segunda división del fútbol profesional colombiano finalicen para el equipo cartagenero y pueda ascender a la máxima categoría del balompié nacional.
¿Cómo surgió la idea de crear la mascota para el Real Cartagena?
“Fue cuando el equipo ascendió por primera vez a la categoría A. Desde ese momento dije que teníamos que tener una mascota, entonces fui a Plato, un municipio del Magdalena, y compré el disfraz de un caimán. Pero a los directivos de esa época no le gustó que fuera la mascota porque los hinchas decían que ese animal era de Barranquilla.
Recuerdo que en un partido del Real Cartagena contra Millonarios fui disfrazado de caimán, pero uno de los directivos dijo que yo no podía ingresar así. Sin embargo, llegó un conocido, me preguntó qué pasaba y me dijo que si el problema era por boletas me las regalaba. Así fue que logré entrar.
Justo cuando voy ingresando iba saliendo el equipo a la cancha y yo me logré meter junto con los jugadores. Ese día perdimos 0-1 y la gente comenzó a reclamar por el ingreso de ese personaje de caimán, pues terminó siendo un bulto de sal para el equipo.
Después de ese partido un directivo me citó a la oficina del club y me felicitó, dijo que lo hacía muy bien pero que esa no era mascota para el club. Que pensara en una distinta.
Yo le respondí que me diera una semana para ver otras opciones. A los 15 días me presenté en el estadio disfrazado de pirata y al directivo le gustó, pero me dio algunas sugerencias. Desde ese momento nació el Pirata del Real Cartagena y a partir de allí se consolidó como uno de los elementos representativos del equipo”.
Aparte del caimán y del Pirata, que aún sigue vigente, ¿usted antes había tenido algún otro personaje?
“Yo antes participaba en las fiestas de Cartagena, allí siempre personificaba, daba ideas y como siempre me ha gustado el fútbol iba a los partidos del Real Cartagena. Allí noté que al equipo le faltaba algo que animara a los hinchas y entonces nació la mascota. Mi familia siempre me apoyó cuando arranqué con esto.
Eso sí, comenzar con esta idea costó mucho dinero porque el personaje salió de mi bolsillo. La vestimenta y otros elementos que se necesitaban para representar al Pirata venían de mi propia cuenta, salvo que a veces amigos y familiares me colaboraban.
Es que este vestuario generaba muchísimos costos. Luego fui encontrando ayuda con algunos entes de la ciudad que después me fueron apoyando”.
“Una de las que más recuerdo fue una vez que Nacional vino y nos ganó 1-3. Fue doloroso, no tanto por el resultado sino porque vi a muchos cartageneros con la camiseta verde”
¿Alguna vez se ha sentido amenazado porque su personaje desaparezca?
“En 2015 Mega Tienda Express, uno de los patrocinadores del Real Cartagena, lanzó una campaña para que el equipo tuviera su mascota oficial. Incluso comenzaron a decirle a la gente que llenara formularios para postularse, pero a los hinchas les causó un malestar grande.
Aquellos días yo no había leído prensa y algunos aficionados comenzaron a llamarme y a decirme que me iban a desplazar. Me dijeron que leyera el periódico para informarme de lo que pasaba.
Entonces comencé a hablar con mis amigos hinchas y les manifesté que me iban a hacer a un lado. Inmediatamente los medios de comunicación me brindaron su apoyo y estuvieron en total desacuerdo con esa convocatoria. Pusieron como ejemplo que reemplazar al Pirata del Real Cartagena como mascota del equipo era como quitar a Blas de Lezo del cerro de San Felipe y poner otro monumento.
Desde allí medios de comunicación, hinchas, estudiantes de universidades, todos, se unieron para apoyarme y decir que el Pirata no se iba”.
Pero para el segundo semestre de 2006 la gente no sabía que había pasado con el Pirata. ¿Por qué desapareció del estadio en aquel momento?
“Después de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2006 yo me ausenté porque tenía problemas con los Rendón, la familia dueña de Real Cartagena en la actualidad. Ellos no me querían.
Entonces un amigo mío, de esos que venden accesorios afuera del estadio, me llamó y me dijo que necesitaba publicidad porque cuando el equipo hacía los goles faltaba alguien que se parara a animar a los hinchas. Según él, ese era yo.
Le dije que si hablaba con la familia Rendón yo volvía. Efectivamente así fue y volví en un partido de la Primera B frente al equipo de Rionegro. En aquel entonces René Higuita era el portero del equipo paisa, Real Cartagena goleó 5-1 y en algunos medios titularon: “En el regreso del Pirata, Real Cartagena pescó cinco goles” y “El reencuentro del Pirata con Rodrigo Rendón”.
¿Cómo es un domingo para usted?
“Es un día sagrado, es intocable. Cuando juega Real Cartagena por lo general siempre voy a misa para darle gracias a Dios, me visto, me organizo y de allí voy para el estadio.
Allí la cosa es brava porque la temperatura acá en la ciudad es muy alta y a veces me dan ganas de quitarme el disfraz pero, ajá, cómo se hace. Una vez finaliza el partido me quedo compartiendo con mis amigos y con la prensa”.
¿Cuál es la peor anécdota que recuerda personificando al Pirata?
“Una de las que más recuerdo fue una vez que Nacional vino y nos ganó 1-3. Fue doloroso, no tanto por el resultado sino porque vi a muchos cartageneros con la camiseta verde. Ese día hasta lloré porque ¿cómo es posible que no tengamos sentido de pertenencia por lo nuestro?
Yo le digo mucho a los cartageneros que apoyen al equipo de la ciudad. Para mí eso fue una ofensa, pues siempre debemos apoyar a Real Cartagena porque es la identidad de un pueblo”.
Hablemos sobre la foto que apareció como portada del periódico El Tiempo cuando Real Cartagena descendió por cuarta vez. ¿Es tan real como parece, estaba usted así de triste?
“Aquel día Real Cartagena iba perdiendo 0-1 con La Equidad y con ese resultado estábamos descendiendo por cuarta ocasión a la categoría Primera B.
La periodista me pidió una entrevista, yo le dije que no tenía ganas de hablar, entonces me preguntó que si me podía tomar una foto y le dije que sí. Luego ella me dijo que si podía poner más cara de tristeza y yo lo hice.
Pero, a decir verdad, ese día yo estaba muy mal… es que, imagínate, quién iba a pensar de que el equipo bajaría de nuevo a la segunda categoría”.
¿Ha tenido usted la oportunidad de acompañar al club en otras ciudades?
“Sí, he viajado a acompañar al equipo, entre ellas Barranquilla, Bogotá y Santa Marta, pero no lo hago constantemente por el problema de las barras.
De hecho, un directivo un día me dijo que sentía temor y que no era conveniente viajar a otros lados, pues él ponía el ejemplo de que yo iba a quedar solo una vez el equipo saltara a la cancha y que podía haber aficionados o gente del otro equipo mirándome para hacerme algo.
En el año 2015, cuando el equipo jugó el cuadrangular de ascenso en Bogotá, cuando salí a coger el taxi para irme al aeropuerto unos hinchas del Cúcuta Deportivo nos iban a agredir.
Nos acercamos a un grupo de personas y les contamos que esos aficionados nos querían hacer daño y ellos nos ayudaron. Nos tocó esperar una media hora mientras los del Cúcuta abandonaban los alrededores del estadio. Esa fue la vez que tuve mucho temor y vi la muerte de cerca”.