Un ring de plumas
Las peleas de gallos son tradicionales en Colombia desde la época de la Conquista. Son muy controversiales, sin embargo hacen parte de la cultura popular de muchos pueblos.
Por Jonathan Agudelo Pérez – jon01_93@hotmail.com
En el país hay cerca de 3.600 galleras, de las cuales unas 12 son legales. Son un negocio muy rentable: el valor de las apuestas pueden ir desde $50 mil pesos hasta cifras millonarias.
Esta es la historia de una gallera clandestina ubicada en la vereda El Ajizal del municipio de Itagüí. Está construida con tablas y tejas metálicas, y su techo es de plástico.
Cada noche, de jueves a domingo, alberga a un público diverso: aficionados, profesionales de la peleas de gallos, espectadores y apostadores de alto calibre. Todos tienen un objetivo: pasar un buen rato entre tragos mientras observan riñas de gallos.
Esta noche no es diferente. Aunque hay poca asistencia debido al clima, se siente un ambiente de fiesta y de tensión mientras empiezan los combates. El flash de la cámara, usada para este reportaje gráfico, asombra a muchos asistentes y alegra a Don José, el dueño de la gallera, quien pide publicidad para su recinto.
Comienza la pelea: Marañón -3 años de edad, 3,6 kilos de peso y una racha de 14 peleas invicto- contra Colorado -4 años de edad, 4 kilos de pesos y una racha de 8 peleas invicto-.
Cada pelea dura unos 12 minutos. Estas son algunas de las reglas: la persona que saque del ring a uno de los animales hace que el otro gane automáticamente; si un gallo es noqueado tiene un minuto para pararse y continuar el combate; los dueños de los luchadores deciden si intervienen o no cuando una espuela queda clavada en uno de los gallos; si una espuela se suelta el dueño tiene 2 minutos para reemplazarla; si al finalizar los 12 minutos ambos gallos siguen en pie, el juez determina quién gana el encuentro.
En esta oportunidad, Maraña gana el combate y Colorado termina en el piso. El dueño del vencedor se lleva al bolsillo, gracias a las apuestas, $1’200.000.
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- Elementos para la preparación del combate, de izquierda a derecha: cera especial (para la fijación temporal de las espuelas), lija (para afilar las espuelas), pastillas (para la fiebre posterior del gallo), vela (para calentar la cera), navaja (para la limpieza de las espuelas), espuelas de varios calibres (arma principal del gallo).
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- Preparación del gallo para la pelea. Su dueño, con la ayuda de un asistente, elige las espuelas para armar a Marañón. Esto de acuerdo a ciertas medidas específicas que impiden que se pique él mismo. Calienta la cera y la pone en las espuelas. Luego, con ayuda de un esparadrapo, las fija en las patas de Marañón.
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- Marañón listo y armado para la riña. Un asistente lo sostiene mientras inicia el combate para evitar ataques entre los animales por fuera del ring. Marañón es encerrado en una jaula mientras se prepara al contrincante y se fijan las apuestas del combate. Todo esto es revisado por el juez de la gallera.
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- Ambos gallos son encerrados en jaulas muy cercanas. Debido a sus cantos y fuertes aleteos, el público percibe la presencia de los contrincantes.
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- Careo entre Guaro (izquierda) y Eclipse (derecha). Sus dueños los sostienen y los incitan a pelear. Calientan el ambiente de la pelea.
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- Este es Diamante y su dueño es José, más conocido como Pingarrecha, el dueño de la gallera. Antes de los combates, como un ritual, el gallo pasea por todo el ring y con su potente canto se proclama como el dueño del mismo. “Diamante no pelea en su casa, la administra”, dice Pingarrecha, mientras cuenta un resumen de las peleas de su gallo por las diferentes galleras del país: Cartagena, Bogotá, Barranquilla, Chocó, Pasto y Medellín. Nunca le ha fallado y le ha dado ganancias cercanas a los 25 millones de pesos.