Un estilo de vida extremo dentro y fuera de las minas

Trabajar en ambientes hostiles, en posiciones incómodas y muchas veces sin condiciones mínimas de seguridad afecta en forma grave a los mineros principalmente de pequeñas explotaciones ilegales o informales. Su estilo de vida desenfrenado es otra causa de deterioro físico.

Por Natalia Avendaño Giraldo

bitacora@eafit.edu.co

Fotos Daniela Sánchez

Que en tu morada futura

no habrá mucha diferencia

pues la mina fue en esencia

tu primera sepultura.

Ese fue tu triste sino:

al perforar socavones

fueron tus mismos pulmones

guarida del asesino.

Roberto Gómez Bolaños, minero
Las enfermedades propias del oficio del minero están a la orden del día: son frecuentes las afecciones de la piel, la alta presión arterial y las deficiencias visuales.

Neumoconiosis, fibrosis pulmonar y cáncer de pulmón son las enfermedades asociadas a la actividad minera más graves referidas por los médicos. Según un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, en 2003 se reportó incidencia de 762 casos de neumoconiosis y 3.686 casos de enfermedad respiratoria crónica en poblaciones mineras del país.

“Trabajar turnos de 10 y 12 horas en posiciones incómodas y con escasez de aire puro es el peor negocio que hacen los mineros frente a su salud respiratoria”, sugiere Mauricio Mejía, medico general.

El estilo de vida lleno de excesos también es un factor de riesgo que, más asociado a la cultura que al oficio, deja sus estragos en los cuerpos de estos hombres forjados con trabajo arduo.

“¿Para qué vivir mucho si se va a vivir maluco? Mejor se vive poquito pero se pasa sabroso”, afirma Colita (Julián Gaviria), mientras lanza un par de sonrisas coquetas y ve por televisión el partido del domingo en evidente estado de ebriedad.

Vicio, trago y muchachas

No es difícil entender que cuando se vive al límite y la muerte puede estar esperando un metro más abajo, el carpe diem (aprovechar el día) es una premisa más que razonable.

Los fines de semana de un minero –cuando más puede pasar en la superficie– suelen estar marcados por el hedonismo puro. Se disfruta al máximo cada bocanada de humo, cada trago de licor, cada polvo banal,como si fuera el último, porque en realidad puede serlo. Porque la incertidumbre es una constante y el pago es abundante. “La plata es pa’ gastarla”, dicen con frecuencia cuando invitan a una ronda de cerveza.

En la zona de tolerancia, las cantinas, discotecas y las llamadas ‘casas del lenocinio’ esperan ansiosas el día de pago de esta fiel clientela. Y muchas esposas expuestas a la viudez temprana están también resignadas a la infidelidad y el desvío libertino de las finanzas del hogar.

También las horas laborales pueden requerir ciertas licencias. Para disponerse a comenzar una ardua jornada laboral es común buscar mitigarla: algunos con un tinto cargado, otros con una oración, un trago de aguardiente vivo, un ‘plon’ de marihuana o un pase de perica, para palear la intensidad y la incertidumbre de la jornada.

Óscar (nombre cambiado por petición suya), minero desde hace 10 años, cuenta cómo los estados alterados de conciencia lo ayudan a sobrellevar el tedio:

“Uno llega a trabajar a las cuatro de la mañana, se toma un ‘guarito’ para el frío. Antes fumaba marihuana, pero el olor da más visaje con los patrones y las horas se pasan más despacio. Ahora prácticamente no puedo trabajar sin estar ‘periquiando’. Es para dar energías. Hubo un tiempo en que yo mismo era el que se la vendía a los compañeros, pero me calenté con los patrones y ya solo cargo la dosis personal”.

Comentarios