Truman Capote y su libro maldito
Al final de su vida, este autor estadounidense aseguró que esta obra fue la culpable de sus adicciones, de sus miserias y de no haber podido emprender el camino de una nueva publicación de largo aliento.
Por Karina Tobón
ktobong@eafit.edu.co
Todos los días se ven noticias en Estados Unidos y el mundo sobre personas que de repente salen a matar gente. Sin embargo, fue a Capote a quien se le ocurrió hacer por primera vez un reportaje literario sobre un homicidio múltiple. Además, lo contó desde el punto de vista de los homicidas.
Antes de publicar A Sangre Fría, el periodista Truman Capote estaba convencido de que hacía mucho tiempo no había nada innovador en la literatura. Por eso creía en el periodismo como herramienta clave para escribir historias con contenido real y así convertirlo en obras literarias.
El 15 de noviembre de 1959, Capote fue enviado por la revista The New Yorker a Holcom, un pequeño pueblo de Kansas. Allí, los miembros de la familia Clutter -un agricultor adinerado, su esposa y sus dos hijos- fueron asesinados violentamente. En un comienzo no había pistas sobre quiénes podrían ser los asesinos. Los crímenes no tenían fundamento ni explicación alguna. Todos en el pueblo coincidían en que la familia era querida y no tenía problemas con nadie.
La declaración de un preso fue la pista para encontrar a los culpables: “Le conté que yo había trabajado durante un año en un importante campo triguero, en el oeste de Kansas para el señor Clutter. Quiso saber si el señor Clutter era un hombre muy rico. Le dije que sí. […] Y desde entonces nunca jamás dejó Dick de preguntarme cosas de aquella familia”. Dick Hickock y Perry Smith fueron los responsables de la matanza.
Truman Capote investigó durante seis años esta historia. En el libro hay detalles del proceso de investigación, relatos de los habitantes del pueblo, de los familiares de las víctimas. Algunos no lo veían con buenos ojos debido a su excentricidad, su manera de ser y su orientación sexual. “Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual, soy un genio” (Truman Capote).
Luego de encontrar a los asesinos, el autor recoge las declaraciones de estos dos hombres y hace una posible explicación sobre la motivación que tuvieron para cometer el crimen. Para ello, reconstruye los perfiles de los homicidas, especialmente de Perry Smith.
La obra es tan rica en descripciones y escenas que el lector logra vislumbrar las emociones de los personajes. “Dewey metió la llave en la cerradura de la puerta principal de la casa de los Clutter. El interior estaba caluroso porque no se había ventilado y las habitaciones de piso reluciente, con olor a cera perfumada de limón, parecían sólo temporalmente deshabitadas, como si fuera domingo y la familia fuese a regresar de un momento a otro de la iglesia”.
La novela está escrita en tono periodístico, cuenta con 316 páginas, las cuales están divididas por cuatro capítulos: 1) Los últimos que los vieron vivos, 2) Personas desconocidas, 3) Respuesta, 4) El rincón. Capote no se involucra en el relato.
A sangre fría es una gran obra, no sólo por el hecho de que es un gran reportaje narrativo, sino porque le enseña a todos los periodistas, o a quienes quieren ejercer el oficio, que la realidad y la vida diaria son el lugar ideal para encontrar historias.
En sus últimos años de vida, Capote hizo una declaración en la que dijo a su biógrafo de cabecera que este libro –fue llevado al cine, vendió más de trescientos mil ejemplares y es considerado un clásico del periodismo- fue el culpable de sus adicciones, de sus miserias y de no haberle permitido emprender el camino de una nueva publicación de largo aliento.