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Tecnología, arte y cocina: la mezcla para llegar a elCielo

Juan Manuel Barrientos, propietario de elCielo, uno de los restaurantes más exclusivos de Medellín, nos abre las puertas de su negocio y cuenta cómo es su cocina creativa.

 Por Estefanía Jiménez Tamayo

bitacora@eafit.edu.co

Juanma, como se hace llamar, es uno de los chefs más exitosos y reconocidos en Colombia. Con la creatividad de un niño, Juan Manuel Barrientos, dueño del restaurante elCielo, ha hecho que las personas que van allí toquen, huelan y coman como si estuvieran en el mismísimo Cielo.

Cuando se habla de cocina creativa pueden pasar muchas ideas por la mente, las mismas que vienen a la de Juan Manuel a la hora de elaborar cada uno de los platos para su restaurante: “Para mí, la cocina creativa es no tener reglas en la cocina. Nosotros combinamos varias técnicas y hacemos experimentos para tratar de reinterpretar un plato colombiano de la mejor manera. Entonces si la única regla es no tener reglas, podemos utilizar cualquier cosa”.

Realizando los últimos estudios neurocientíficos para el restaurante elCielo. Foto cortesía @juanmaelcielo (Instagram).

Realizando los últimos estudios neurocientíficos para el restaurante elCielo. Foto cortesía @juanmaelcielo (Instagram).

Al entrar a la cocina del restaurante hay muchos elementos que a primera vista llaman la atención, como por ejemplo las estufas de inducción (donde se calienta el material) o los galones de nitrógeno.

Antes de reinventar los platos, Juanma y toda la familia elCielo se someten a estudios neurocientíficos para saber con exactitud qué sensaciones se van a despertar en los clientes a la hora de vivir cada momento.

“Para nosotros la evolución de la humanidad se dio a través de las ciencias y estas trajeron la tecnología. Esto es algo que ya está en todas partes, por eso – dice Juan Manuel– nosotros también lo incorporamos a nuestra comida, con el fin de hacerla mucho más rica, nutritiva y, por qué no, más llamativa”.

Gastronomía novedosa

En cuanto al uso desmedido de la tecnología y cómo a veces, en vez de acercar, aleja, este chef asegura que a ellos les gusta usarla pero hasta cierto punto, por esto –destaca– prefieren que sus visitantes tan solo estén atentos y vivan la magia de estos sabores.

Nadie creería que estos dos elementos tienen tanto en común ya que, como cuenta Juan Manuel con cierta gracia, “ya hasta la ropa nos la podemos comer si queremos”.

Y es verdad, gracias a estudios y pruebas previas, este reconocido chef tuvo la posibilidad de participar en una versión anterior de Colombiamoda con un vestido comestible de novia. “Fue una gran experiencia. Allí sacamos toda nuestra creatividad y el resultado fue espectacular”, relata.

La expresión “En elCielo no cocinamos para gourmets”, dicha con frecuencia en el restaurante, se evidencia cuando se ve que quien va a allí goza y disfruta como si fuese un niño de cada uno de los momentos que se le ofrecen.

El alma de este lugar se divide en dos partes: la creatividad y la clientela.

“Juan Manuel siempre se está reinventando, no es como un paisa común, cerrado y tradicionalista. Este hombre es arriesgado y creativo, se parece a un celular: nunca es obsoleto”, dice Ana Cristina Restrepo, cliente frecuente del restaurante. Por su parte, Sara Gamboa añade que es un lugar con comida rica y llamativa que todos deberían conocer.

Plato “el silencio”, elaborando a base de crocante de yuca, dip de almendra, albahaca y cebollino.

Plato “el silencio”, elaborando a base de crocante de yuca, dip de almendra, albahaca y cebollino.

La nueva cocina colombiana

Este restaurante hace parte de un grupo de sitios que buscan retomar y exportar la comida típica colombiana, como es el caso de Julián Estrada, un antropólogo que pretende no solo mostrar los platos más conocidos como la bandeja paisa o el ajiaco, sino las comidas que se hacen en las veredas y pueblos más recónditos.

A este respecto, ya hay un gran grupo de antropólogos e historiadores de diferentes universidades de Colombia que están estudiando la cocina nacional con una mirada de reivindicación.

Este movimiento lleva 11 años, tiempo en el que cientos de restaurantes en el país se han unido para llevar a mesas de todo el mundo la tradición de los colombianos de una manera más llamativa.

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