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Primer día de universidad, sentimientos revueltos

Ansiedad, felicidad, preocupación o nervios son sensaciones frecuentes en el primer día de universidad.

A algunos les hicieron bromas, las conocidas “primiparadas”, y recuerdan ese día con horror. A otros les tocaron cosas que los marcaron en forma positiva y por eso lo catalogan como muy feliz. A usted, ¿cómo le fue?

 

Por María Dilia Rosa Reyes T. – mreyest@eafit.edu.co

 

“Me pasé seis meses esperando mi primer día de clases”

Jorge Giraldo Ramírez, decano de la Escuela de Humanidades de EAFIT

“Fui admitido para ingresar a la Universidad de Antioquia en enero de 1976 y no pude entrar sino hasta julio porque había un paro de aquellos.

Entonces fue bastante inusual y como sin magia porque ese semestre un profesor amigo me invitó a que fuera como asistente a algunos cursos en la Universidad Autónoma Latinoamericana.

Cuando entré como estudiante formal a la U. de A., las cosas eran extrañas en ese tiempo”.

“Abrí el debate en mi primer día en la Nacional”

Daniel Hermelin, profesor del Departamento de Comunicación Social

“Mi primer día como estudiante en la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, fue muy particular y especial: fue en 1992, a finales de julio. Hubo una inducción en la que nos reuníamos los estudiantes de pregrado y los grupos estudiantiles que nos daban una orientación.

Muchos de ellos tenían intereses políticos radicales de izquierda y nos invitaban a hacer parte de ellos: querían que hiciéramos resistencia a lo que hacía el rector del momento, Antanas Mockus, quien le pedía a la gente que pudiese pagar la universidad que pagara de acuerdo con sus ingresos. Yo estaba informado sobre eso.

Nos decían que la U se estaba privatizando y eso era falso. Ese día generé discusión y abrí el debate en mi primer día de clases”.

“Antes de venir fui a despedirme de los profes del colegio”

Alejandro Arboleda, estudiante de Comunicación Social

“El primer día aquí en EAFIT tuve una clase a las 9 de la mañana y estaba tan apegado al colegio que antes de empezar aquí me fui a despedirme de los profes que tuve en el bachillerato”.

 

 

“Un día de mucho susto”

Carlos Mario Correa, profesor del Departamento de Comunicación Social

“Recuerdo mi primer día de universidad como un día de mucho susto, me sentía primíparo al lado de las personas que tenían más tiempo en la Universidad de Antioquia.

A esa sensación se le sumó la ingenuidad y el temor.

Eso fue en 1983, tenía 17 años. Mi primera clase fue de Humanidades, en el bloque 10 y había estudiantes de todas las carreras”.

 

 “¡Fue horrible!”

María Alejandra Ramírez, estudiante de Comunicación Social

“Lo fue porque estaba súper nerviosa, tenía miedo porque me habían dicho que hacían ‘primíparadas’ y bromas a los nuevos, yo quería llorar.

Además, hacían actividades y dinámicas y a mí eso me aterra: yo no veía la hora de irme y de terminar la inducción.

La primera clase fue Taller de Escritura, a las 6 de la mañana, y la profesora me preguntó qué expectativas tenía acerca de la asignatura. Yo no sabía qué responder porque ni quiera sabía de qué trataba, entonces solo dije que esperaba que me corrigieran las faltas de ortografía”.

 

“Me tocó inaugurar la Ciudad Universitaria”

Jorge Tabares, jefe del Departamento de Prácticas Profesionales de EAFIT

“Yo empecé a cursar Estudios Generales en la Universidad de Antioquia en 1970. Hice un año y después me pasé a Comunicación Social.

Tenía 18 años y recuerdo que me tocó inaugurar la sede actual de la universidad porque en ese momento fue el traslado: antes la universidad estaba donde hoy son las Torres de Bomboná, en el Centro de Medellín”.

 

“Ese día tuve mucha ansiedad”

Marcela Ochoa, estudiante de Comunicación Social

“Un lunes a las 6 de la mañana fue mi primera clase, mi primer día en la universidad. Todos nos mirábamos como esperando la cita para la ejecución, estábamos preocupados; luego rompimos el hielo gracias a la profesora.

Después, para colmo de males, estaba buscando el bloque donde continuaría y de la pena que me daba no le preguntaba a nadie. Cuando me convencí que debía hacerlo porque no lo encontraba, un vigilante me respondió: ‘Niña, lo tiene al frente’.”

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