Las pequeñas editoriales: un grito de independencia
Más de 15 editoriales independientes destacan hoy entre los productores del libro en Medellín. Con propuestas literarias y estéticas arriesgadas, estos sellos tienen cada día más presencia e impacto en el mercado del libro colombiano.
El atributo estético y la calidad literaria son las consignas de la edición independiente en la última década en Colombia, una alternativa al enfoque comercial de las grandes editoriales. Con más de 900.000 millones de pesos en ventas al año, estos sellos empiezan a dejar de ser pequeños para ocupar lugares estratégicos en el sector del libro en el país.
En Medellín, la presencia de editoriales independientes no es reciente. La ciudad ha sido cuna de proyectos de edición de alto impacto en la cultura colombiana. Oveja Negra es, probablemente, el más antiguo y uno de los más legendarios, entre otras cosas por su edición –y polémicas– con García Márquez. Tras su fundación en 1969 por un grupo de intelectuales y empresarios paisas, introdujo en el mercado del libro una línea editorial autónoma y con plena libertad ideológica.
Con propósitos similares aparecieron luego editoriales como Hombre Nuevo y La Carreta, que inauguraron un sector en el que hoy tienen presencia Tragaluz (2005), Sílaba Editores (2009), Hilo de Plata (2013), Pulso y Letra (2013) y Frailejón (2014), entre otra docena.
Según estadísticas de la Cámara Colombiana del Libro (CCL), en Medellín se registran alrededor de 450 nuevos títulos al año. Y si bien la cifra no precisa cuántos de estos fueron gestionados por sellos independientes, en una entrevista para la revista Dinero, Enrique González, presidente de la CCL, reconoció el papel que juegan estas editoriales en el aumento de la oferta del libro en las principales ciudades. González también resaltó que, a pesar de que el sector editorial colombiano es pequeño con relación a los referentes mundiales, es uno de los más organizados en el segmento de las industrias culturales a nivel local.
La diversificación es otro de los aportes más significativos de las editoriales independientes a la cultura del libro. Como explica Mario Cárdenas, librero de Grammata Textos, “el hecho de que exista mayor diversidad editorial es muy saludable para los lectores. Y A pesar de que, en gran medida, estos se mueven más por las tendencias de lectura que proponen los grandes medios, el esfuerzo que hacen los editores independientes por textos de calidad y darles oportunidad a autores que, de otra manera, no tendrían visibilidad, refresca y atrapa”.
Es tan importante esta polifonía de voces en el campo editorial que el 21 de septiembre se celebra cada año en el mundo el Día de la Bibliodiversidad. Este acontecimiento es convocado por la Alianza Internacional de Editores Independientes con el fin de promover la variedad de expresiones culturales en el mundo del libro y el libre acceso a las obras. En Colombia, esta iniciativa tiene eco en la Red Colombiana de Editoriales Independientes (Reic), de la que hacen parte varios sellos de Medellín.
La mirada de los autores
Según Efrén Giraldo, autor del libro de cuentos La línea sin reposo, existen cuatro razones fundamentales por las que él, como autor, prefiere un sello independiente. La primera tiene que ver con oportunidad: “Publicar con una editorial independiente puede ser un poco más fácil toda vez que están abiertas a autores nuevos que quieran hacer las cosas de manera diferente. Como no tienen criterios estrictamente comerciales para publicar, las propuestas que tienen algún valor estético o una apuesta literaria arriesgada van a ser bien recibidas y van a salir de mejor manera”.
La segunda tiene que ver con que, según él, el capital reputacional de una editorial independiente es más alto que el de una editorial comercial, “siempre más sospechosas de interponer valores económicos y comerciales por encima de los puramente estéticos”. Otra de las razones tiene que ver con la recepción: “el lector de una editorial independiente puede estar más pendiente de los valores agregados del libro. Aunque son ediciones que no tienen un gran tiraje o una gran campaña publicitaria, probablemente circulan por el tipo de lector que a uno más le interesa”.
Por último, Giraldo resalta las infinitas ventajas que se presentan al trabajar con estos sellos: “el editor independiente es más horizontal, está dispuesto a hacer el libro con el autor y, en este momento en el que se espera de los libros una altísima calidad estética y literaria, eso es muy importante”.
Rodnei Casares, editor de Libros de Fuego de Venezuela y librero de Medellín, plantea que, en gran medida, las editoriales independientes sirven de catapulta para los futuros “escritores popstar”. “La mayoría de los buenos autores que caen en manos de los grandes consorcios y alcanzan la fama, son descubiertos por pequeñas editoriales. Son estas las que los haces visibles, las que les abren las puertas”, señala. Estos representan la otra cara de la moneda: aquellos autores que tienen el sueño de vivir de la escritura y que saben que la rentabilidad de la profesión está en las editoriales comerciales.
De libreros y lectores
Desde su fundación, la librería Grammata Textos ha sido una vitrina para las editoriales independientes de Colombia e Iberoamérica. En el 2016 fue la abanderada del I Salón de Editoriales Independientes de la Fiesta del libro y la Cultura de Medellín. Con la presencia de nueve países iberoamericanos, este salón fue una de las grandes novedades del evento.
Wilson Mendoza, dueño de la librería, se ha convertido en un promotor del libro independiente. Probablemente esta sea la única librería de la ciudad con una oferta tan amplia. Y sus instalaciones están a disposición de los editores que quieran presentar sus libros, propiciar encuentros con los autores o realizar tertulias en torno al quehacer de la literatura.
Diego Agudelo es estudiante de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Eafit y, como escritor en formación, es un asiduo lector y coleccionista de libros. Agudelo dice que “las editoriales independientes tienen, por lo general, un catálogo más selecto de autores. Sobre todo aquellas que tienen un enfoque definido, un estilo de obras que prefieren publicar”. También reconoce que estas son las únicas que se arriesgan a publicar otros formatos como novela gráfica, libros de ilustración, libros híbridos y experimentales. Resalta, de manera especial, el trabajo de Tragaluz, que busca llevar autores colombianos a escenarios internacionales a través de ferias como la de Guadalajara o la de Frankfurt —dos de las más importantes del mundo— y traer al país autores de otras latitudes.
Los problemas de ser independiente
Las editoriales pequeñas tienen una desventaja frente a los grandes conglomerados: la poca fuerza en distribución y divulgación. Según Agudelo, “esto es lamentable porque hay muy buenos autores que no se conocen porque no hay suficientes recursos para distribuirlos de manera masiva”.
La recepción de los libros independientes todavía depende mucho del voz a voz. La mayoría de las librerías llenan sus estantes con libros de las grandes editoriales que suelen ser importados. Esto también dificulta la comercialización de los libros.
Como alternativa para suplir los problemas económicos que surgen del poco consumo de libros que hay en el país, las editoriales ofrecen trabajos comerciales y servicios editoriales a empresas e instituciones, pero esto es suficiente para invertir en personal, publicidad y distribución en Colombia y el exterior. En esa medida, las editoriales adquieren un carácter local que les impacto en el panorama general del mercado del libro y la literatura.
A pesar de estas problemáticas, el surgimiento de editoriales independientes en Medellín y la consolidación de espacios de creación, difusión y comercialización de productos con altas calidades estéticas y literarias fortalecen el panorama cultural de la ciudad y del país. Además, permite la configuración de nuevas posibilidades de conservar nuestra memoria.
Por: María Camila Cardona – mcardo27@eafit.edu.co