Medellín abraza tarde su historia
Por Tomás Maya Jaramillo
tmayaj@eafit.edu.co
Al terminar el evento, el eco de los aplausos se esparce por el auditorio. Los asistentes se paran de sus asientos y van en busca del refrigerio, luego de pasar casi una hora sentados viendo fielmente la puesta en escena que tenía preparada la Alcaldía de Medellín para ese día. Si alguien llegó 15 minutos tarde, pudo pensar que estaba ante una obra de teatro o una conferencia de motivación empresarial.
El Teatro Metropolitano fue el sitio escogido para que el jueves 6 de junio, a las 5:30 de la tarde, estudiantes, rectores y profesores de colegios oficiales conocieran la estrategia educativa del proyecto “Medellín abraza su historia”, que se dio a conocer a la ciudad con la implosión del edificio Mónaco.
Llego al teatro a las 4:40 p.m., desde una cuadra antes escucho una algarabía, no esperaba ver tanta gente reunida tan temprano. Me recibe una multitud de estudiantes, algunos dispersos, otros sentados recibiendo las órdenes de sus maestros.
Distingo los uniformes de algunos colegios, como el Mariscal Robledo o el José María Bernal, al resto se me hace difícil asociarlo con algún recuerdo.
Esperando a que nos den entrada al sitio, intercambio algunas palabras con Wilmar Morales, profesor del área de español de la Institución Educativa Mariscal Robledo. Nacido en Pereira, conoce cómo el narcotráfico también permeó la sociedad de su ciudad.
Le pregunto acerca de la continuidad que podría tener el proyecto que presentarán en algunos instantes, a sabiendas de que el mandato del alcalde Federico Gutiérrez acabará pronto; su respuesta es clara, cree firmemente en que todo es cuestión de voluntad política y que ojalá el siguiente alcalde le dé continuidad a dicha iniciativa.
Asimismo, Wilmar dice que todo está pensado para las próximas generaciones y que desde lo pedagógico puede tener un impacto significativo en los jóvenes.
Alrededor de las 5:00 p.m. se abren las puertas para permitir el ingreso de los asistentes, soy de las últimas personas que entra, también Wilmar, quien se convertiría en mi acompañante.
El acceso al recinto se hace difícil, gracias a la gran cantidad de personas que tratan de entrar de manera simultánea. Una vez logramos adentrarnos, nos sentamos en las primeras filas de arriba hacia abajo.
El auditorio está a reventar, en las paredes laterales se proyecta la frase “Medellín abraza su historia”, que se mueve de manera juguetona y el público está a la expectativa de la llegada de un personaje en particular: Federico Gutiérrez, o como se acostumbra a decirle, Fico.
El evento se retrasa unos minutos por esperar al alcalde, hasta que a las 5:40 p.m. la presentadora, una chica rubia, anuncia que por cuestiones personales él no podrá estar presente y da inicio al acontecimiento.
Un pequeño discurso es usado como introducción para darle paso a un video muy emotivo que hace un recuento sobre los sucesos más terribles de la época del narcotráfico del Cartel de Medellín, con el fin de conmover a los asistentes y que el acto se torne más significativo.
En el video se repite constantemente la palabra “víctima” y destacan frases como “víctima es una palabra que no tiene estrato” o “hasta los árboles buscaban una mejor sombra”, haciendo énfasis en el dolor que dejó el narcotráfico y que la mayoría de los presentes allí no vivimos.
De repente, el auditorio se queda a oscuras y unas personas suben lentamente a la tarima con un ramo de flores y una vela en sus manos, los rayos de luz se dirigen hacia los jóvenes que toman la palabra, uno a uno, resaltando la labor de los maestros. Quien esté fuera de contexto, podría pensar que se encuentra frente a una puesta en escena artística y no en un evento público.
Cuando terminan de recitar aquel poema a los profesores, los mismos jóvenes unen sus voces para cantar de forma repetitiva el coro: “Aquí estoy, todo cambiará”, el público los acompaña con aplausos. Es todo un espectáculo. Posterior a ello vienen unas palabras de Fico, quien envió un video un tanto improvisado para pedir excusas por su ausencia.
“Este día me lo soñaba desde antes de ser alcalde, además, voy a visitar las aulas para mirar cómo va la cátedra”, dice el primer mandatario medellinense, delante de un fondo blanco, que deja la impresión de que fue grabado de afán.
La presentadora invita a Manuel Villa y Luis Fernando Patiño, secretario Privado y de Educación, respectivamente, a que pasen al escenario para hacer entrega de la medalla a la valentía “Ciudad Medellín”, que conmemora a los profesores y rectores que han sido protagonistas en la búsqueda de la paz en la sociedad.
Dicha conmemoración se rige por los decretos 0470 y 0114 de 2019. “Sí, sacaron un decreto para entregar una medalla”, es el primer pensamiento que llega a mi mente.
Al escuchar sus nombres, uno a uno van subiendo al escenario los maestros y rectores homenajeados, antecedidos por una incesante lluvia de aplausos. En total son 18 los reconocidos por su trabajo, en su mayoría educadores del sector público.
A continuación, Juan José, integrante del programa “El líder sos vos”, interpreta la canción En mi colegio Medellín abraza su historia. “La voz de la niña es la que sobresale, canta muy lindo”, me confiesa Wilmar, quien no pierde de vista el pequeño concierto que da Juan José junto a una chica, de quien no mencionaron el nombre.
En ese instante me cuestiono si para presentar un proyecto público es necesario hacer un evento tan teatral, o si tal vez lo pensaron así para que fuese más agradable para los jóvenes, aunque de esta administración no es extraño ver un show para presentar cualquier cosa.
Luego de la función viene el momento “serio” de la noche. De nuevo Manuel Villa y Luis Fernando Patiño se suben a la tarima y Villa es quien toma la palabra. En reiteradas ocasiones le agradece a Federico Gutiérrez, casi en forma de alabanza, por todo el esfuerzo que ha hecho.
Se toma casi 10 minutos para enaltecerlo y seguir honrando a las víctimas y a los maestros: “Maestros y estudiantes, la transformación está en ustedes”, dice de forma efusiva el secretario Villa, antes de cederle la palabra a Patiño, quien es el encargado de explicar en qué consiste la iniciativa.
Luis Fernando Patiño manifiesta que la estrategia se llamará “En mi colegio, Medellín abraza su historia”, igual que la canción. Y estará divida en tres fases. La primera fase es denominada “Transformación cultural desde el aula a la ciudad”, con cuatro momentos, que culminarán el 18 de octubre en un acto simbólico, un gran abrazo de ciudad, una especie de “abrazatón”.
“Vamos a llevar estos relatos a los noticieros, periódicos y redes sociales”, dice Patiño, y no asombra que sea así, el fuerte de esta administración son los medios y las redes sociales.
“Reconocimiento a los valientes” es la segunda fase, en ella se reconocerá a los estudiantes que desarrollen acciones de respeto por el otro. Por último, la tercera fase es “Personajes a la escuela”, constará de la visita de referentes de la ciudad a las instituciones educativas.
Todo este proyecto estará reforzado por una cartilla pedagógica que será entregada en encuentros zonales y que tendrá ejercicios motivacionales para complementar el proceso de formación de los alumnos.
Patiño termina su intervención de la forma más emotiva posible, su tono de voz aumenta, invita a los participantes del evento a “abrazar la historia”, a dejar atrás ese legado de dolor y a creer que una nueva historia es posible.
Agradece a todos por la asistencia al evento y menciona una vez más a Federico Gutiérrez, quien al parecer es el verdadero héroe del que tanto se habla. La presentadora se despide y con ello se da por culminada la extensa presentación en el teatro.
Al terminar el evento, el eco de los aplausos se esparce por el auditorio. Al salir del sitio, algunos hombres reparten unos folletos informativos que contienen toda la información dada hace unos pocos minutos por el secretario de Educación.
Recibo uno y después busco hablar con un funcionario de la secretaría de Educación, quien amablemente me dice que por órdenes de sus superiores le es imposible dar una entrevista.
–¿Por qué no lo dejan? –le pregunto de inmediato.
–No, hermano, es porque piensan que estamos haciendo campaña política. Pero vea, el profesor le colabora –me dice mientras señala a un hombre que está recibiendo el refrigerio.
Joaquín Arias es el encargado de la dirección del núcleo de San Antonio de Prado. Destaca que lo más importante de este proyecto es que ya comenzó, que por lo menos tiene una base estructurada y que para los adolescentes es crucial proyectarse hacia el futuro y tener en cuenta la historia, aunque hay algunas muy difíciles y esta de la violencia del narcotráfico es una de ellas.
En medio del incómodo ruido que hacen los estudiantes, mientras se enfilan para recibir el refrigerio, cruzo algunas palabras con Jesuar Hoyos, un estudiante del grado undécimo del Mariscal Robledo.
Me interesa su razonamiento crítico sobre esta propuesta de la alcaldía, me afirma que esta idea puede aportar mucho en su proceso de formación, sumado al hecho de que este año obtendrá su título de bachiller. Sin embargo, asegura que es la primera vez que tienen contacto con “Medellín abraza su historia” y que desde su perspectiva, hubiese sido mejor que se los contaran desde antes.
Wilmar me hace señas desde lejos para presentarme a Juan Guillermo Zapata, rector de la institución donde trabaja. Es un hombre de baja estatura, lleva puesto un traje negro y entra muy rápido en confianza.
–¿Qué continuidad puede tener el proyecto? –le cuestiono.
–No es fácil, pero es una propuesta que tiene que ver con la historia verdadera de la ciudad, con recuperar los valores de convivencia y ninguna administración puede negarse a seguir con esto.
De igual forma, Juan Guillermo cuenta que ellos no fueron consultados para la creación de este proyecto, que simplemente se les informó entre marzo y abril cómo sería el plan a seguir. Me despido de él y de manera cordial nos damos un apretón de manos y me extiende la invitación a visitar el Mariscal Robledo.
Me retiro del Teatro Metropolitano y me dirijo hacia la estación Alpujarra del Metro. Varias dudas me quedan rondando. No cabe duda de que la propuesta puede tener un gran impacto positivo en los jóvenes si es implementada de la forma correcta, pero llevarlo a cabo seis meses antes de dar paso a una nueva administración parece más una estrategia política con un deseo personal mayor.