Lise Proulx: vegetariana y atleta
Una atleta de alto rendimiento cuenta cómo su estilo de vida y su dieta vegetariana le han ayudado a alcanzar un gran desempeño deportivo y una vida sana.
Por: Claudel Proulx
«No me gusta el alcohol, pero cuando se trata de dulces y helados, no me resisto. Lo que más me cuesta evitar es el helado de arce. Podría fácilmente terminar un tarro de dos litros en cuestión de minutos». Ella es Lise Proulx, atleta de alto rendimiento de 59 años, 52 kilos y 1,60 metros de altura.
-¿Dos litros, en serio?
“Claro que, después de eso, no me siento en excelente forma (risas). El hecho de que sea vegetariana no me hace perfecta. Hasta el más preocupado por su estado físico cae en la trampa del dulce».
Proulx nació en Trois-Rivières, en la provincia de Québec, Canadá, y es reconocida a nivel provincial, nacional e internacional por sus logros deportivos. Ha participado, entre muchos otros maratones, en el de Boston, Massachusetts. Hace parte del equipo de corredores MilPat donde la conocen como «el muchacho», pues su rendimiento deportivo se iguala al de los hombres quienes, por sus características musculares, suelen tener un nivel de resistencia mucho más elevado.
Hace unos meses, en Canadá, ocupó el segundo lugar en la categoría «Mujeres entre 55 y 59 años» del triatlón IronMan de Mont-Tremblant, competencia que incluye 3.8 km de natación, 180 km de ciclismo y 42 km de carrera. Proulx no come carne, sin embargo, consigue resultados propios de atletas con dietas altas en proteína. Corrió su primer maratón a los 50 años y, desde los 39, se alimenta de acuerdo a una dieta ovolactovegetariana: no come carne pero sí leche y huevos.
«Ahora hay muchos atletas vegetarianos, incluso veganos, que no consumen ningún producto animal y tienen un rendimiento deportivo muy alto. No tomo café, no bebo alcohol, soy vegetariana y eso es un plus para hacer deporte. Estoy convencida de que esta dieta impacta en mi rendimiento deportivo, además siento que tengo más energía que antes”.
Cuando Proulx regresa a casa después de carreras de más de 20 km, espera 45 minutos para comer proteínas y reparar los músculos de las micro-desgarraduras provocadas por el esfuerzo físico. Además, bebe leche de soya con chocolate y carbohidratos.
Vegetarianos en el deporte: mitos y verdades
No son pocos los prejuicios y rumores sobre el vegetarianismo, en especial cuando se trata de la base alimenticia de un deportista de alto rendimiento, mitos que suelen opacar los beneficios que esta dieta trae.
“Antes de cambiar mi dieta tomé clases y alquilé libros en la biblioteca. Para reemplazar la proteína, como leguminosas y tofu, o combino el cereal con la nuez para crear una proteína completa con todos los aminoácidos necesarios”.
-¿Comer vegetariano es costoso?
“Es más caro comer carne. Pero sí es cierto que cuando uno es vegetariano prefiere comer alimentos sin químicos ni aditivos, y eso es más costoso. Por ejemplo, comprar una bolsa de garbanzos orgánicos te cuesta más o menos dos dólares canadienses, unos cuatro mil pesos colombianos. Un bistec, unos ocho dólares, dieciséis mil pesos colombianos».
Y los costos no son sólo en términos monetarios. La factura también la cobra el medio ambiente. Según la Organización americana para la protección de los derechos de los animales, PETA, producir dos libras de carne de res genera más emisiones de gases efecto invernadero que manejar un carro tres horas o dejar las luces prendidas en la casa durante toda la noche.
A su vez, según el Worldwatch Institute, el 51% de los gases efecto invernadero se derivan de la ganadería extensiva: «Debido al aumento de la demanda de carne en el mundo, la cantidad de tierras cultivables disponibles para consumo humano han disminuido. Ya se cultiva maíz, soja y trigo para engordar vacas, no para hacer pan».
Y según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, el 80% de las emisiones de amoníaco en ese país provienen de residuos animales. Un estudio en California arrojó que una sola vaca emite 19,3 libras de compuestos orgánicos volátiles cada año. Por esto, las lecherías son la mayor fuente de gas contaminante, tanto que superan a los camiones y carros.
Cuestión de variedad, sabor y sencillez
Existen otras creencias muy arraigadas respecto a la cocina vegetariana, como que las recetas son difíciles y no es fácil conseguir una dieta variada, rápida y sencilla.
“Cocinar vegetariano toma más tiempo. Sin embargo, cuando uno se da cuenta de los beneficios que trae a la salud, vale la pena. Hay muchas recetas cortas y fáciles de preparar. Puedes cocinar una rebanada de tofu con un poco de salsa tamari y verdura y listo, no siempre tienen que ser recetas muy elaboradas”.
-En cuanto al sabor de la comida, ¿no es insípida?
“Hace unos años, unos amigos me pidieron que les cocinara un plato vegetariano. Preparé ocho recetas. Cuando notaron que eran muy sabrosas no podían creerlo, pues tenían la idea de que yo solo comía tofu pálido y soso».
Un aborto espontáneo fue lo que llevó a Lise Proulx a ser vegetariana, pues luego del nacimiento de uno de sus tres hijos tuvo problemas de hipoglucemia.
“Tenía miedo de que el cambio fuera complicado, pues mi marido y mis hijos comían carne. Con el tiempo, nos dimos cuenta de que no era tan complejo, pues cuando hacíamos una receta, por ejemplo, un arroz con pollo, reemplazábamos la proteína con almendras y otros granos».
-Y se dice que comer por fuera es un problema para los vegetarianos y veganos, otro de los prejuicios frente a esta dieta.
“Si estás en una fiesta y todos comen perro caliente, hay salchicha de tofu como alternativa. Cuando voy a la casa de amigos o familiares, siempre hay ensalada. A veces, me llevo algo vegetariano para que no sea complicado para los demás».
La única vez que Proulx lamentó ser vegetariana fue cuando se fue a África a escalar el Kilimanjaro. No había mucho qué comer. Se salvó porque llevó consigo una bolsa de nueces.
«Ahora se encuentran más productos vegetarianos en los supermercados y en los restaurantes. De hecho, en el maratón de Boston, ya es posible elegir entre una opción carnívora y otra vegetariana en la fiesta antes de la competencia, ya que cada vez más atletas son vegetarianos o veganos».
Según The Telegraph, sólo en Gran Bretaña la población vagana aumentó un 360% en los últimos 10 años, de 150.000 personas en 2006 a 542.000 en 2016. Se trata, en parte, de una moda, pero también de que la gente se ha concientizado de la importancia de comer saludable y cuidar el medio ambiente. No existen cifras oficiales al respecto en Colombia, pero basta ver la oferta de los restaurantes y el aumento de las tiendas vegetarianas para comprobar que la tendencia también se extiende a nuestro país.
“No tengo ganas de comer carne otra vez. Estoy convencida de que siempre seré vegetariana porque gozo de una muy buena salud y me siento bien así».