La Paz de Envigado se mantiene viva, pero no olvida
El barrio que acogió en sus primeros años al narcotraficante y terrorista más violento de la historia del país lleva, irónicamente, el nombre de La Paz.
Los fundadores del barrio, como *Ángela (quien no da su apellido, pues todavía siente miedo de ser identificada), conocieron de cerca los orígenes de la familia Escobar Gaviria.
Desde su tienda, en una de las esquinas del barrio, con lágrimas rememora los tiempos en los que el terror del narcotráfico amenazaba La Paz.
Por Susana Ayala Estrada
sayalae@eafit.edu.co
El barrio La Paz está ubicado en Envigado y fue fundado hace más de 50 años, cuando lo que era el territorio de la finca de doña María Paz pasó a ser una alternativa de vivienda para personas de bajos recursos.
Ángela tiene 87 años y hace 52 llegó al barrio. Es de las pocas personas fundadoras que aún permanecen en él.
El Instituto de Crédito Territorial repartió a precios muy económicos el lugar y familias enteras de bajos recursos llegaron a buscar un hogar, una de esas fue la conformada por los esposos Escobar Gaviria, y quienes doña Ángela conoció de cerca.
Pablo vivía aquí, el papá de él fue celador, don Abel Escobar era una bella persona, él cuidaba la gente acá en el barrio, acompañaba a las niñas a coger el bus y, además, pasaba en las mañanas despertando a los trabajadores para que no los cogiera la tarde.
Doña Hermilda Gaviria también era muy dadora, ayudó a fundar la escuela de La Paz.
Eso antes era una casa finca y ella montó ahí la escuela, después pasaba recogiendo los niños casa por casa para llevárselos a estudiar. Pablo y mis hijos estudiaron juntos los últimos años en ese colegio, tuve 6 hijos.
Yo era la que ponía las inyecciones aquí en el barrio, a todos los nuevos que llegamos, y muchas veces fui a la casa de Hermilda. Yo inyecté a Pablo y todo.
Aquí aterrizamos familias muy humildes y numerosas, porque estaban dando casas muy baratas. Es que todas estas casitas nos las dio el Crédito, casi regaladas, esta casa mía costó 16 mil pesos.
Eran para irlas pagando de a poquito, el que no pudo pagarla se la quitaron.
Aquí crecieron los hijos y toda la juventud que se levantó era muy linda, pero con el trabajo de Pablo Escobar se dañó todo. Me acuerdo de los Avendaño, los Pérez, los Herrera, todas esas familias desaparecieron por la violencia, por ejemplo, de los Avendaño hay una sola, Leonor.
El horror comenzó rápido
Él, al principio, andaba por acá en el barrio normal, hasta que empezó la violencia bravamente en el año 82. Pablo era una persona normal.
Mucha gente lo quería, los jóvenes porque les ayudó a conseguir mucha plata y los metía al vicio y la sinvergüenzada, por eso se pudrió el barrio.
Nosotros hemos hecho la lista aquí cuando nos sentamos a recordar todo lo malo que pasó y fue muy horrible, por ahí 300 muertos del barrio. Es que los que él ponía a trabajar y le faltaban, los mandaba a matar, se la pagaban como fuera.
La niña que le gustaba se la conseguía, que si era señorita le daba un carro y si no era señorita les daba una moto, y cuando no le seguían los caprichos a él les mandaba a quitar todo o los mandaba a matar, así de fácil.
Pablo tuvo mucha plata, ayudó mucho, le dio casa a la gente, pero ¿a costa de qué?, de la pérdida de tanta juventud, de tantos inválidos que tenemos, de tantas desgracias.
También es verdad que era muy amplio, muy formal. Se paraba en la esquina y tiraba dólares a lo loco. Él era como el judío errante, porque había mucha gente que lo buscaba, pero se mantenía jugando en la cancha, seguro que dio plata para que la hicieran, igual que la iglesia del barrio, porque antes de él no existía.
A Escobar lo que le hizo el daño fue meterse a la política, cuando quiso ser presidente y todo eso, ahí fue que le cogieron el lado y lo persiguieron hasta que lo mataron.
Por aquí vendió la casa mucha gente, muchas de esas familias que llegaron aquí primero con créditos se tuvieron que ir. Todo para que los hijos no se metieran en malos pasos.
Es que aquí hacían requisas y todo, le chuzaban los muebles y los colchones a la gente. Pasaban de casa en casa, y eso decían que iban a requisar a ver que había ahí, a ver si alguien le había robado droga o armas a Pablo.
Mis vecinos se perdieron casi todos
A las familias de por acá las mataron, a uno de ellos le decían Tato, hizo estragos ese muchacho, veía a alguien y si no le gustaba lo mataba. Si había una fiesta y no les gustaba, ahí mataban. Tato Avendaño fue malo.
Ese fue como de los últimos que mataron de aquí del barrio.
Mataron a todos, a todos. La violencia no se ha acabado, todavía existe la oficina. Tato, por ejemplo, que era un señor muy malo y trabajaba con Escobar, lo mataron aquí.
A él lo metieron a la cárcel muchos años, cuando salió volvió al barrio y empezó de puerta en puerta abrazándonos, y nos daba la mano, decía que ya él estaba arrepentido de todo lo que había hecho, que había pagado la condena y que le perdonáramos todo lo malo.
Habían pasado dos o tres días desde que había salido de la cárcel, y estaba ahí afuera de la casa, cuando menos pensó o pensamos vinieron a matarlo.
Él estaba cargando el niño, un hijo como de tres años, lo descargó y se metió debajo de un carro, y brincaba debajo del carro y le dieron metralleta y con armas a lo loco, lo mataron ahí debajo del carro.
Toda esa bala se escuchaba desde la cancha de El Dorado. Eso fue bestial. Por aquí éramos unidos, todo era una cosa muy sagrada, muy bonita.
Un día también estaba yo aquí sentada en mi casa y estaban velando a uno de los Pérez, era una familia numerosa, por lo menos veinte. A ese muchacho lo mataron porque trabajaba con Pablo y había hecho cosas malas, no le cumplía sus órdenes.
El caso es que cuando se acabó la novena empezaron los carros lujosos a arrancar, esto por acá era lleno de carros de lujo. El hermano del muerto salió del velorio y bajaba en el carro con dos hijas, pasaron por acá y me saludó desde el carro. De un momento a otro, dos motos se le atravesaron de frente y le frenaron encima y “tas, tas”.
Él trató de esquivar la moto, pero no pudo y fue a dar al poste del frente, porque soltó el carro. A las dos muchachas no les dieron.
Lo que pasó es que él venía de renegar en el velorio del hermano y en todos los velorios estaban los sapos poniendo cuidado, pasándole la noticia a Pablo de eso, y se puso a decir que tenía que resultar el que le quemó la mamá, el hermano y al papá, que él iba a vengar eso.
Pérez era un muchacho lo más de cuajudo, muy lindo y tenía una voz hermosa. Cuando hacían actos públicos en la escuela él nos cantaba siempre y nos recitaba poesía. Es que de los Pérez varios eran músicos.
Es más, una vez fue que vimos un humeral que había en un barranco por aquí a dos cuadras, era que había un muchacho amarrado a una llanta de esas grandotas de carro y lo quemaron todito.
Mucha gente lo adora y no permite que nadie hable mal de él. Yo conozco una señora allí arribita, y si cualquiera habla mal de Pablo Escobar, ella se quiere morir de la ira, dice: “No, Pablo es una bella persona, me ayudó mucho, la gente es mal agradecida y no se acuerda de lo bueno que hizo”.
A ella no le hicieron nada, pero, por ejemplo, a mi hijo el mayor si el papá no lo manda para Estados Unidos ya no existiría, porque él adoraba a Pablo y vivía detrás de él.
Desde el ochenta, mi hijo está allá y desde eso no lo veo.
Lo que hace unos años fue un lugar peligroso, hoy parece un barrio normal. Los llamados “narco-tours” no tienen parada aquí, en la infancia de Pablo Escobar, la razón es simple: la casa donde vivió su familia es ahora un edificio residencial de cuatro pisos.
A diferencia de Ángela, las personas que quedan en el barrio han hecho lo posible por dejar este tema atrás, enterrado. Son pocas las veces que el nombre de Pablo Escobar se menciona en la calle.