EAFIT pionera en transmedia para la movilizacioìn social_250216

La Loma no es como la pintan

La vereda la Loma, en el corregimiento San Cristóbal de Medellín, no es tierra de guerra, violencia y olvido, como generalmente dicen los medios, sino un territorio lleno de arte, cultura y tradiciones. Habitantes de la zona narran sus historias junto a estudiantes de Comunicación Social y la maestría en Comunicación Transmedia de EAFIT.

 

Por Danielle Navarro Bohórquez – dnavarr1@eafit.edu.co

-¡¿Qué?! ¿Usted vive en La Loma? ¿Cerca de San Javier?

-Mm, sí.

-¿Y no le da miedo?

-Mm, no, ¿miedo por qué?

-Pues porque dicen que eso allá está muy caliente.

-Mm, no. ¿Quién lo dice? Mi casa normalmente es un lugar muy tranquilo.

***

Juliana Valencia, Juliana Naranjo, Aristides Álvarez, entre otros habitantes de La Loma, explican, ya con hastío, que su vereda —su casa— es un lugar calmado y muy agradable.

Pero los medios de comunicación y la gente de afuera insisten en que a este lugar, ubicado en el corregimiento de San Cristóbal en Medellín, lo amenaza la violencia. Repiten el desastre de la Operación Orión en octubre de 2002, reiteran que  en el año 2013 hubo un fuerte desplazamiento forzado, se empecinan en la existencia de plazas de droga y parecen obstinados con las disputas entre bandas criminales que allí operan.

Pero La Loma no es como la pintan. Sí, ha habido conflicto y, eventualmente, violencia. Pero si uno les pregunta a las personas que concurren y habitan el lugar, expresan, con orgullo, que a su territorio lo definen la cultura y las tradiciones, no la guerra.

“La Loma es Sainete, Festival de Porro, de Salsa, de Chirimía, La Loma es cultura”, asegura, altivo, don Asdrúbal Orrego, quien ha vivido en la vereda por más de 50 años. Juliana Valencia habla del Festival de Sancochos y cuenta que durante esa fecha pasa por varias casas a comer el plato típico y a celebrar con sus amigos. Doña María del Socorro Álvarez argumenta cómo el Festival de Globos une a las familias y a la comunidad. Juliana Naranjo ilustra la celebración de la Semana Santa en vivo y explica que empezó porque no tenían imágenes de los Santos…

Y todos traen a colación el colacho, la bebida emblemática de la vereda, hecha con alcohol, leche, lecherita, malta, agua y unas goticas —“solo un poquito”— de aguardiente.

La conversación del inicio de este texto es frecuente entre personas de la vereda con gente de otros lugares, pues hay un estigma del sector por los hechos violentos que allí han ocurrido.

“La culpa no es de los medios”, explica Juliana Naranjo, comunicadora social que vive en la vereda, “pues ellos han cumplido con su tarea de registrar hechos que sí han sucedido”.

Sin embargo, La Loma no es solo eso. No es “tierra de guerra y olvido, como dice un especial del periódico El Mundo. Tampoco es un lugar de homicidios, intranquilidad y violencia permanente, como aparece en Google cuando uno escribe vereda La Loma”.

Trabajo en comunidad para narrar su historia

Habitantes de La Loma junto a estudiantes de la Maestría en Comunicación Transmedia y del pregrado en Comunicación Social de la Universidad EAFIT elaboran una versión propia de esta vereda del corregimiento San Cristóbal.

Habitantes de La Loma junto a estudiantes de la Maestría en Comunicación Transmedia y del pregrado en Comunicación Social de la Universidad EAFIT elaboran una versión propia de esta vereda del corregimiento San Cristóbal.

Los habitantes de este sector del Valle de Aburrá están cansados de ser conocidos por esos eventos, y aseguran con firmeza que La Loma no es como la pintan.

Por esta razón, ellos aceptaron la propuesta de pintarla a su gusto. Se unieron con estudiantes de la Maestría en Comunicación Transmedia y del pregrado en Comunicación Social de la Universidad EAFIT para aprender a narrar una versión propia de su territorio, desde su punto de vista.

El objetivo de este proyecto es mostrar a la ciudad y al país esa otra cara, la de la cultura, el arte y las tradiciones, que hasta ahora solo conoce la gente de la vereda.

Cartografías, exploración sonora, registro audiovisual, stop motion, líneas de tiempo e infografías son algunos de los formatos que han aprendido a través de diversos talleres. La intención final es articular los productos en una estrategia transmedia diseñada por los estudiantes de EAFIT, para relacionar todos los contenidos y facilitar la difusión y el consumo de las historias.

Don Asdrúbal Orrego, uno los asistentes más asiduos a los talleres, expresa con orgullo que viene a EAFIT para aprender a contar historias de su casa, La Loma. “Mi mayor aprendizaje ha sido reconocer mi territorio. Me ha tocado investigar sobre su cultura y sobre cosas que ni yo, que he vivido allá toda la vida, conocía del todo”.

Seis meses después de trabajar con la comunidad, Paula Sánchez, estudiante del tercer semestre de la maestría, considera que el mayor aprendizaje para ellos ha sido con relación a “las resistencias frente a la violencia por medio del arte, la participación ciudadana y la apropiación de los espacios privados. Sobre todo la resiliencia que han desarrollado y que ahora les transmiten a las nuevas generaciones”.

Transmedia para la movilización social desde la academia

La narrativa transmedia ha tenido siempre un interés comercial y ha operado principalmente en el mundo del entretenimiento. Pero con este proyecto, los estudiantes de la Maestría en Comunicación Transmedia de la Universidad EAFIT la están explorando desde una perspectiva para la transformación y la movilización social, lo cual “empieza a ser muy innovador en este campo de estudio a nivel mundial”, explica Camilo Tamayo, profesor de la maestría.

Además, constituye una forma de alianza público privada en pro de la construcción de un nuevo relato de país, pertinente en la actual coyuntura.

El profesor Mauricio Vásquez, coordinador de la maestría, asegura que la universidad privada tiene una función determinante en este tipo de proyectos sociales, especialmente con aquellas comunidades que han vivido en contextos vulnerados por la guerra.

“Debemos compartir los conocimientos, investigaciones y resultados, para ayudar a empoderar a las comunidades de su territorio y de sus situaciones, de manera que ellos tomen la voz, con sus recursos y lenguajes, bajo la mediación de nosotros”, apunta Vásquez.

Este proyecto surgió en el marco de la elaboración del Informe ¡Medellín, basta ya!, y resulta de una alianza con la Maestría en Comunicación Transmedia y el Medialab,  la Unidad de Atención y Reparación a Víctimas del Conflicto Armado y la Alcaldía de Medellín.

Inicialmente, los coordinadores del proyecto querían hacer público el fenómeno del desplazamiento interurbano, que ha marcado el territorio de La Loma. Sin embargo, esto cambió cuando empezaron a relacionarse con la comunidad para plantear el proyecto. “Nos dimos cuenta de que ellos querían cambiar ese estigma de su territorio y, en cambio, mostrar lo que realmente los caracteriza: festival de globos, de sancochos, el colacho, danzas, fiestas…”, aclara Laura Vallejo, monitora de la maestría y estudiante de Comunicación Social.

Vásquez, además, explica que “la lectura desde afuera es que esta vereda ha sido afectada por la guerra, mientras que la de ellos mismos es distinta, pues se ven como una población activa, que está haciendo propuestas y desarrollando estrategias culturales de apropiación y resistencia”

¿Ha visitado La Loma?  Imagínese el lugar

Habitantes de La Loma junto a estudiantes de la Maestría en Comunicación Transmedia y del pregrado en Comunicación Social de la Universidad EAFIT elaboran una versión propia de esta vereda del corregimiento San Cristóbal.

Habitantes de La Loma junto a estudiantes de la Maestría en Comunicación Transmedia y del pregrado en Comunicación Social de la Universidad EAFIT elaboran una versión propia de esta vereda del corregimiento San Cristóbal.

La vereda La Loma es un territorio rural de calles empinadas. Tiene largos senderos de cemento y algunos espacios urbanos, pero aún conserva la esencia y el aroma campesino: casas, huertas, jardines y potreros.

En el mirador de Loma Hermosa, uno de los ocho sectores de la vereda, hay una parroquia, San Vicente de Ferrer, levantada sobre una especie de altiplano de área reducida pero con un extenso panorama.

Desde allí se alcanzan a divisar, a lo lejos, el centro de Medellín, el gran edificio de Bancolombia, El Poblado, el Centro Comercial el Tesoro, la loma de las Palmas, Envigado…

Un poco más cerca, tal vez demasiado, se ve San Javier, la Comuna 13 de Medellín, a la cual perteneció La Loma hasta que su rivalidad entre lo urbano y lo rural la llevó a formar parte de una de las 17 veredas del corregimiento de San Cristóbal,  comuna 60 de Medellín.

Actualmente, aseguran sus habitantes, es la segunda vereda más grande de Colombia, una de las más habitadas del país y, paradójicamente, una de las más olvidadas por la Alcaldía.

Aunque ocasionalmente ocurren hechos que asustan a los miembros de la comunidad, según explicó el año pasado el vicealcalde de Gobernabilidad y Seguridad, Luis Fernando Suárez, San Cristóbal marcó una reducción de asesinatos frente a 2014. Hasta agosto de 2015 iban 17 casos, mientras que en ese mismo periodo de 2014 se registraron 23 (El Tiempo, 2015).

La Loma, actualmente, es una vereda con muchos puntos pendientes, no solo por sus características calles empinadas, sino también porque sus habitantes están al tanto de una reparación y reconstrucción social y narrativa de su territorio.

En alianza con algunos estudiantes de la Universidad EAFIT, hoy los lomenses intentan volver a pintar su territorio: resaltar sus lindas tradiciones, actividades, costumbres, lugares y paisajes, con el fin de narrar su historia desde sus perspectiva.

Quieren  mostrarle a la ciudad y al país otra cara, contada por ellos mismos, para recuperar, gota a gota, la esencia, el aroma y la percepción de un territorio en paz.

Nota: Las fotos son cortesía de la maestría en Comunicación Transmedia de la Universidad Eafit.

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