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Hacer documentales es un asunto de riesgos

Unos francotiradores que casi matan al camarógrafo, un protagonista que mantiene en su cuerpo la radiación de una explosión nuclear, y poco presupuesto, fue a lo que se enfrentó Chad Gracia, director estadounidense, durante el rodaje de El pájaro carpintero ruso, su primer documental.

Por Sara Ruiz Montoya
sruizmo1@eafit.edu.co


Tráiler del documental El pájaro carpintero ruso, realizado por Chad Gracia. Estados Unidos, 2015.

“Solo Michael Moore gana dinero haciendo documentales”, dice Gracia. Él invirtió en el suyo alrededor de 100 mil dólares, es decir, casi 312 millones de pesos. Esa suma la tomó en gran parte de sus tarjetas de crédito. “Si no hubiéramos ganado el Sundance Festival, no sé qué habríamos hecho”, cuenta entre risas.

El Festival de cine Sundance se celebra cada año en Utah, Estados Unidos y da a conocer directores y personajes del mundo del cine independiente desde sus inicios en 1991. El pájaro carpintero ruso se estrenó en la versión de este año.

Durante el rodaje, a uno de los camarógrafos le dispararon unos francotiradores que destruyeron su cámara. Gracia recogió alrededor de diez mil dólares por internet, con la plataforma de recolección de fondos Indiegogo, para gastos médicos del camarógrafo y para reponer sus equipos. Así pudieron terminar de grabar la película.

Una catástrofe y una víctima

Gracia viajó a Ucrania en busca de una historia que encontró en Fedor Alexandrovich, un artista plástico y director de teatro oriundo de Chernóbil que guarda en sus huesos y en sus ojos efectos de la radiación.

Póster promocional del documental El pájaro carpintero ruso, de Chad Gracia, presentado en la Gira Ambulante 2015.

Póster promocional del documental El pájaro carpintero ruso, de Chad Gracia, presentado en la Gira Ambulante 2015.

Fedor tiene una mirada profunda y azul que está dejando de ver por efectos del accidente que ocurrió cuando él tenía cuatro años.

El desastre nuclear de Chernóbil ocurrió el 26 de abril de 1986, en la planta nuclear de esa ciudad, que estaba bajo jurisdicción de la Unión Soviética. La catástrofe es, junto con la de Fukushima en 2011, la más grande en toda la historia y una de las más graves a nivel medioambiental. Ocasionó la muerte de 31 personas y la evacuación de unas 116 mil. Fue de tal magnitud el impacto, que la radiación llegó a afectar 13 países europeos.

Fedor busca la verdadera razón por la cual la planta nuclear estalló, e intenta descubrir si en realidad el desastre fue accidental o estuvo relacionado con el descubrimiento de la antena Duga-3, construida por la Unión Soviética en las afueras de Chernóbil como escudo antimisiles durante la Guerra Fría.

«Si encuentras un protagonista fuerte, que no tiene que ser una persona, entonces ya tienes una buena historia (…) El guion del documental no lo creo yo… el guion lo crea la historia del protagonista».

Un sonido repetitivo y punzante, parecido al de un pájaro carpintero, sonó varias veces durante la hora y media que duró el documental. Un auditorio lleno conoció una historia que relaciona un hombre con un desastre y una antena llamada Duga-3, que interfirió la onda corta durante casi trece años, entre julio de 1976 y diciembre de 1989, en todo el mundo.

El renacimiento del documental

Póster promocional del documental de Andreas Johnsen Ai Weiwei: el caso fingido, lanzado en 2011.

Póster promocional del documental de Andreas Johnsen Ai Weiwei: el caso fingido, lanzado en 2011.

“Los documentales están renaciendo. Eran aburridos, pero se han vuelto creativos. La gente ahora no sabe si son realidad o ficción porque juegan con el drama”, dijo Chad Gracia a los estudiantes de EAFIT que asistieron a su charla y conversaron con él durante más de dos horas.

También estuvo en el encuentro el documentalista danés Andreas Johnsen, que presentó durante esos días su película Ai Weiwei: el caso fingido, acerca del artista chino disidente Ai Weiwei.

La apuesta que hace la gira Ambulante, que propició el evento, es que la industria del documental se fortalezca en América Latina y el mundo. Este festival estuvo presentando filmes en Medellín durante la semana entre el 31 de agosto y el 6 de septiembre.

Ambulante fue creado por los actores mexicanos Diego Luna y Gael García hace diez años. Este es el segundo año consecutivo en que la gira llega a Colombia, proyectando documentales en cinco ciudades, entre ellas Medellín, con más de 30 películas en 25 locaciones.  

Por su parte, la Universidad EAFIT apoya este tipo de festivales cinematográficos porque “quiere que los estudiantes y los profesores estén en contacto constante con productos audiovisuales reconocidos a nivel internacional”, en palabras del profesor del pregrado en Comunicación Social, Diego Fernando Montoya.  

Si hay autocensura, no hay película

El documentalista, junto con todo su equipo de producción, entró a zonas abandonadas, impregnadas de radiación y a una escuela tapizada de máscaras de gas, muñecas y libros viejos, donde solo pueden ingresar personas contaminadas o muy intrépidas. Luego, editó las escenas como pudo, presentó la película a un festival y ganó un premio, el más grande del jurado.

Por eso, Gracia invitó a los estudiantes a ser arriesgados y no temer trabajar los temas que los apasionan: “Si te autocensuras, entonces no eres un buen artista”.

Chad Gracia (al centro) con estudiantes de Comunicación Social, profesores del pregrado y el director Andreas Johnsen (al centro, atrás), después de la charla. La foto fue tomada por petición suya.

Chad Gracia (al centro) con estudiantes de Comunicación Social, profesores del pregrado y el director Andreas Johnsen (de sombrero, atrás), después de la charla. La foto fue tomada por petición suya.

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