Gabriel García Márquez, de frente con el comunismo
En once crónicas, el escritor colombiano plasma sus experiencias en países donde imperaba esta ideología social.
Por Carolina Buriticá Marín
Los textos de García Márquez fueron publicados en la revista Cromos en 1958. Veinte años después se convirtieron en el libro De viaje por los países socialistas: 90 días en la “Cortina de Hierro”.
Las crónicas son útiles para hacerse una idea sobre lo que significó la represión fundada por el sistema político del Partido Socialista Ruso.
García Márquez, caracterizado por su escritura descriptiva, lleva al lector, durante un viaje en tren, a Checoslovaquia, a la República Democrática Alemana (RDA), a Hungría, a Polonia y a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Las narraciones del autor están llenas de detalles y de datos históricos. Una de estas es la crónica Para una checa las medias de nylon son una joya. En esta, García Márquez cuenta una anécdota sobre su visita a Republica Checa, cuando se sentía confundido por la influencia que tenía la Unión Soviética en aquel país.
No había observado ningún rastro del Partido. Sin embargo, Franco, un compañero de viaje, lo invitó a mirar las medias raídas de la cantante del bar. En una mujer bien arreglada, y posiblemente vanidosa, el desgaste de las medias podía revelar algo. Su amigo lo invitó a pensar en los detalles. De esta forma podía advertir cualquier señal del dominio del comunismo en la vida de aquellas personas. “Compro dos botellas de vodka polaco y a las tres de la madrugada empezamos a subir por callejuelas empedradas, cantando corridos mexicanos. De pronto la pareja de Franco se sentó en la acera, se quitó las medias y las guardó en la cartera. –Hay que cuidarlas, nos dijo- las medias de nylon cuestan un dineral”, cuenta García Márquez.
En la crónica U.R.S.S: 22.400.000 kilómetros cuadrados sin un solo aviso de Coca-Cola, al autor narra la impresión que tuvo cuando cayó en la cuenta de que por muchas horas y kilómetros no había visto ninguna propaganda, aviso o valla publicitaria.
Aunque a García Márquez se le relacionó con el comunismo, en el libro deja entrever un sentimiento de decepción por lo encontrado en estos países de Europa del Este.
El nobel cuenta que tuvo dificultad para sacar la visa. Revela que aprovechó el Festival de Cine de Moscú para obtenerla y así entrar a la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). El hermetismo con el que el país recibió a los delegados del Festival de Cine es un tema fuerte en el libro. El autor asegura que los anfitriones se mostraron muy reservados con temas políticos. “Yo debo admitir honestamente que en aquel barullo de 15 días, sin hablar ruso, no pude sacar en claro nada definitivo. Pero en cambio creo haberme dado cuenta de muchas cosas fragmentarias, inmediatas, superficiales, que de todos modos tienen más importancia que el hecho cuadrado de no haber estado en Moscú. Tengo la manía profesional de interesarme por la gente. Y creo que en ninguna parte puede verse gente más interesante que en la Unión Soviética”, dice.
Más que un libro acerca de los países de la URSS es un relato sobre personas, sobre cómo a estas les tocó acoger el partido socialista ruso, adaptarse a él y vivir con él.