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“Gabo fue el que mejor pintó su aldea”: Alberto Salcedo Ramos

El cronista colombiano habla de su relación periodística y literaria con Gabriel García Márquez, un poco de su vida e infancia, y de sus experiencias profesionales y académicas en el mundo del periodismo. E invita a los jóvenes a leer, viajar y ejercitar la curiosidad.

Por Sara Valentina Porras Álvarez – svporrasa@eafit.edu.co

El cinco veces ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar habló de una manera rápida. Contó acerca de su relación con Gabriel García Márquez de quien recordó que inicialmente no se conectó con sus obras, pero más adelante, cuando tuvo una mejor formación y empezó a releerlo, quedó enganchado por completo a tal punto que terminó ligado eternamente a su literatura.

A pesar de que su relación con el Nobel no fue muy cercana, las veces que pudo estar con él fue en momentos en los que ya “estaba poseído por el monstruo de la fama”.

Salcedo Ramos se refirió a Gabo con mucho respeto y afirmó que no podría hacer una división sobre cuál le gustaba más, si su producción periodística o la literaria.

“Gabo fue el que mejor pintó su aldea”, aseguró. Para él, el escritor nacido en Aracataca (Magdalena) era un creador integral, pues además tenía claro cuáles eran los límites entre el periodismo y la literatura.

Para Salcedo, el mundo literario colombiano habría quedado con un gran vacío si Gabriel García Márquez nunca hubiera existido. “Fue quizá el escritor más importante de todas las lenguas en el siglo XX”, afirmó.

Estas fueron algunas de sus apreciaciones sobre ese maestro de literatos y periodistas, sobre los escritores jóvenes y su propia vida:

¿Cómo fue esa relación suya con García Márquez, sobre todo con su literatura?

“Sus libros me llegaron desde que yo estaba muy chico, en la adolescencia. Al principio confieso que no me enganchó porque él manejaba un nivel de lenguaje para el cual yo no estaba preparado en ese momento. Pero después, cuando ya adquirí una mejor formación, no solo pude entenderlo, sino que además me sentí ligado a él eternamente.

Mi relación con el ser humano, con el escritor, no fue tan cercana. Lo vi pocas veces, pero las veces que lo vi me sentí con una persona que, en su entorno, en su grupo, era cálido y se relajaba, pero ya en su vida pública era más evasivo porque él estaba poseído por el monstruo de la fama y el monstruo de la fama no es fácil.

Con el monstruo de la fama no se tiene una convivencia tranquila, uno entiende eso porque la fama quita un poco de la tranquilidad. Todos los famosos que yo conozco se blindan un poco contra la invasión del público”.

¿Cuál faceta de Gabo le gusta más, la periodística o la literaria?

“Las dos. La verdad, no establecería esa dicotomía porque me parece que él era un artista integral. Fue un hombre que elevó el periodismo a un gran rango estético por su manera de entender la escritura y, por otro lado, le dio a la literatura un rango social.

También porque supo dibujar su entorno y, como dijo León Tolstoi, “pinta bien tu aldea y serás universal”. Gabo fue el que mejor pintó su aldea.

Yo creo que la obra de él es integral. Él a veces hacía ficción y a veces hacía no ficción.

No es gratuito que él tuviera claros los límites entre lo uno y lo otro y que, además, supiera que, en algún momento, tenía que contar ciertas cosas a través del periodismo y en otro momento a través de la literatura porque definitivamente cada uno de esos ámbitos tiene su propio código”.

¿Sería igual la literatura y el periodismo en Latinoamérica sí Gabriel García Márquez nunca hubiera existido?

“No creo, porque García Márquez fue el escritor más importante del boom de la literatura latinoamericana. Fue el escritor que le dio a ese movimiento una identidad y un peso en el mundo.

Él fue quizá el escritor más importante de todas las lenguas en el siglo XX, de modo que quitarlo del panorama es eliminar obras como Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca, El amor en los tiempos del cólera…

Sin esas obras la literatura nuestra se quedaría muy pobre, no tendría muchas cosas que mostrar”.

¿Cuál es el libro que más le gusta de Gabriel García Márquez?

El amor en los tiempos del cólera porque es el libro de un escritor que ya es consciente de su gran virtuosismo al narrar y convierte ese virtuosismo en un alarde o en casi un alarde que, sin embargo, no molesta al lector, porque uno dice: ¡caramba! se ganó el derecho a alardear.

Para mí es el Gabo más virtuoso de todos, es maravilloso”.

Hablando un poco sobre su vida, ¿cómo fue su niñez?

“Yo nací en Barranquilla, la infancia mía transcurrió en un pueblo que está a dos horas de allí y se llama San Estanislao.

Allí estudié la educación primaria y el bachillerato. Esa infancia allí fue tranquila, en un pueblo muy atrasado, polvoriento. No tenía ni pavimento en esa época. Una infancia sin libros, no había bibliotecas públicas, una infancia con muchos ruidos, muchos sonidos”.

¿Cuándo empezó ese amor por las letras, por la escritura?

“En la infancia, en el colegio yo tenía curiosidad por las letras, pero era una cosa así como intuitiva, no fue que nadie me hubiera dicho: ¡haz esto!

Simplemente yo digo que eso nació como oyendo hablar a la gente porque en ese pueblo había muchas voces, el ambiente siempre estaba lleno de voces, de chismes, de música, un pueblo de mucha juglaría musical. Ese fue el primer encantamiento que yo tuve”.

¿Por qué estudió Comunicación Social?

“Estudié Comunicación Social porque quería ser periodista. Mi mayor sueño era escribir, con la etiqueta de periodista o sin ella. Lo estudié para estar más cerca de mi sueño”.

¿Y por qué privilegia la crónica en su escritura?

“Porque es un género que me permite contar historias, es un género que combina lo literario en la forma con lo periodístico en el fondo. Es un género de cero ficción que me permite conocer a las personas, acercarme a ellas”.

Por último, ¿qué recomendación le hace a las personas que están empezando en la escritura, en el periodismo?

“Que lean, que viajen, que tengan curiosidad, que la ejerciten, que anden por la vida con un proyecto personal, es decir, saber cuál es tu proyecto porque no puede ser que simplemente estés como esperando a ver qué sale, a ver qué pasa.

Los jóvenes no siempre deben estar a la espera de lo que va a pasar, sino ser capaces de proponer, de tener proyectos, ser capaces de ser propositivos, porque hoy en día ese mundo en el que uno esperaba a que le llegara un trabajo o ir a buscarlo no existe. Ahora toca tener un vínculo más fuerte con lo se hace y se quiere”.

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