«Günter Wallraff – Ganz unten»BRD 1985/1986Günter Wallraff (rechts)

En zapatos turcos

 

En el reportaje Cabeza de turco, de Günter Wallraff, los lectores encuentran una mezcla de opiniones, comparaciones, vivencias personales y datos que explican cada situación, cada personaje, cada lugar.

Por Sara María Pérez Cárdenas
sperezc@eafit.edu.co

LIBROTras el joven de pelo oscuro y ojos negros que aparece en la portada de ‘Cabeza de Turco’ se esconde el escritor de esta inhumana pero real historia.  Alí es el personaje turco que encarna  el alemán Gunter Wallraff para narrar en cada página las despiadadas condiciones que atraviesan los extranjeros en su país. Este libro relata el dolor, los desprecios y las humillaciones que viven los inmigrantes a causa de “una sociedad que se considera a sí misma tan superior, tan definitiva y tan justa”.

‘Cabeza de Turco’ nos muestra a fondo  la xenofobia  latente en la República Federal. En los 80, todavía hay quienes idolatran a Hitler, a tal punto de compararlo con Gandhi o anhelarlo para eliminar a los demás. Es natural ver en las paredes  frases como “Más vale un millar de ratas en la cama que un turco en el sótano” y aún la mayoría de iglesias permanecen ‘limpias’ de ‘intrusos’. Incluso algunos políticos se hacen llamar ‘ciudadanos normales’ en relación con los marginados.

La violación a los derechos humanos es otro punto desenmascarado.  El lector puede ser testigo de los abusos a los trabajadores ilegales  por parte de unas subempresas y compartir con el protagonista ‘su rabia solidaria’. Wallraff considera que esta obra ha logrado cambios: empresas como Thyssen ya emplean ingenieros de seguridad y las autoridades han investigado los casos expuestos.

Durante diez años, este periodista indeseable -como es conocido- estuvo preparándose para representar su papel; sin embargo “las vivencias superaron en un sentido negativo todas sus expectativas”. Transformarse en Alí significó volverse ‘material humano’ para las compañías alemanas y dejar de existir para varios germanos. Suele ser sarcástico al escribir sobre los despectivos tratos que recibe: “se oyen risas en el local. Formará parte de las delicias…” o al  opinar de las falsas promesas de Adler, un subempresario explotador: “parece un cura…”.

La riqueza del libro no solo reside en la historia, sino en el amplio reportaje. Los lectores encontrarán una mezcla de opiniones, comparaciones, vivencias personales y datos que explican cada situación, cada personaje, cada lugar. No es la primera vez que Wallraff abandona su identidad. Se ha hecho pasar por griego hasta africano y aunque no se considera buen actor, a través de sus interpretaciones ha logrado engañar entidades poderosas para desvelar las injusticias. Bien lo dice él, “estoy de lado de los vulnerables”.

En 1985, el obrero, el conejillo de indias, el restaurador de caballerizas y el que muchos consideraron una ínfima basura, dejó su disfraz para escribir aquel libro que además de convertirse en el Best Seller de Alemania, rompió el silencio de millones de aislados en 30 idiomas.

Quizá, el título ‘Cabeza de Turco’ es un juego de palabras que relaciona su experiencia con el periodo de las cruzadas, en el cual cristianos de Europa Occidental mataban los turcos para recuperar Jerusalén y luego cortaban sus cabezas,  las exhibían y los culpaban de todos los males. Al contrario de aquellos tiempos, Alí no es decapitado,  pero por su nacionalidad es señalado y su vida vale menos que la de un alemán.

Sin duda, Wallraff se ha posicionado como el padre del periodismo de infiltración. Cabeza de Turco refleja su coraje y nos muestra a un hombre capaz de arriesgar todo por descubrir la verdad. Si bien la obra contiene una problemática que hemos escuchado un sinnúmero de veces, los métodos investigativos del autor la han hecho única y han sido un plus para su veracidad.

En este reportaje,   los paisajes y los diálogos entre los personajes son  una pizca de las secuelas que ha dejado la xenofobia a través de la historia. Durante los catorce capítulos, el escritor contrasta el sentir de las víctimas y los victimarios, y mediante un lenguaje simple expone escenas fuertes que invitan a reflexionar, sensibilizar y actuar frente  a estos temas. De no haber cumplido su cometido, afirma él,  el libro no habría valido la pena.

 

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