En Medellín se populariza la educación que estimula
En la época de los nativos digitales, cientos de padres buscan estimular el desarrollo cognitivo de sus hijos a través de la estimulación temprana. La educación empieza desde los 45 días de nacidos.
La importancia de la estimulación en niños entre los dos meses y los cinco años ha venido ganando terreno en Medellín desde hace más de diez años. Al menos trece centros se encuentran en el radar de la educación a la primera infancia en la ciudad.
María Adelaida Sánchez, licenciada en pedagogía infantil de la Corporación Universitaria Lasallista, explica que en los primeros meses y hasta los cinco años de vida, el cerebro cuenta con una mayor plasticidad. A manera de esponja, este rango de edad es ideal para que el niño absorba la mayor cantidad de información que más tarde le servirá para desarrollar con éxito tareas tanto cotidianas como complejas.
El objetivo principal es ofrecer a los niños actividades que despierten habilidades y destrezas que, de lo contrario, se quedan dormidas en esa fase de su desarrollo. “La estimulación temprana permite que el cerebro establezca conexiones cerebrales entre las neuronas con mayor rapidez y eficacia”, explica Sánchez.
Se trata de que aspectos como la motricidad, la imaginación y la capacidad lógica se desarrollen de manera más habilidosa. Por eso la estimulación en niños de primera infancia es útil en tanto que es ese el momento en el que su cerebro está en formación. Un estímulo, cualquiera que sea, impacta de forma más eficaz y duradera en un niño de dos años que el cerebro de uno de doce o quince.
¿Cómo funciona la estimulación?
Centros de estimulación como Gymboree, Conjugarte o AleDí ofrecen actividades estimulantes para niños entre los dos meses y cinco años. Música, pintura, plastilina y baile son solo algunas de ellas. La lúdica y el juego son la materia prima de estos centros. Y además, buscan conectar a los más pequeños con sus familiares para que la estimulación no se sienta como un proceso separado de su educación primaria.
Las dimensiones cognitiva, comunicativa, socio-afectiva, corporal, estética, ética y espiritual son, según María Adelaida Sánchez, los lugares del cerebro del niño en el que estos centros trabajan con mayor fuerza. Con esto se logra una formación integral que busca siempre que el aprendizaje sea una cosa de juego.
Un ejemplo es Conjugarte, un centro de estimulación ubicado en la zona centro-occidental de la ciudad que ofrece actividades artísticas y lúdicas. Desde las siete de la mañana hasta las 7 de la noche, presta sus servicios para que grupos de cinco niños se diviertan entre ellos y con sus profesoras. Los horarios son flexibles. Hay jornadas de todo el día o por horas y el costo de la mensualidad está entre $225.000 y $400.000, en función tiempo que el niño permanezca en el centro.
Por otro lado, Gymboree trabaja con la metodología del aprendizaje en familia. Lo ideal de un niño acuda siempre con sus padres y que estos permanezcan allí durante la sesión de una hora con el niño.
A diferencia de Conjugarte, Gymboree funciona como un espacio alternativo a las guarderías tradicionales. Tienen claro que no cumplen el papel de una guardería, sino que funcionan como un centro de estimulación y no educativo. La mensualidad en Gymboree cuesta $320.000 y al comienzo del proceso de cada niño sus padres o encargados deben pagar una membresía de $230.000.
AleDí también es parte de esta oferta en Medellín. Es un centro de experiencias que se mueve por la ciudad para lograr que niños, con y sin discapacidades de cualquier tipo, convivan, jueguen y aprendan juntos. Un niño que va constantemente a AleDí es un niño que con facilidad para relacionarse con todo tipo de personas.
A pesar del número de instituciones en Medellín, los expertos coinciden en que los resultados de la estimulación temprana en los niños no son realmente cuantificables. Pero desde la teoría, se sabe que es un proceso beneficioso que permite que el niño tenga, desde muy temprana edad, mejores capacidades de socialización, entendimiento e incluso, disposición al éxito.