El miedo sigue rondando en Salgar

Dos semanas después de la tragedia que acabó con la vida de un centenar de personas, la angustia y los rumores no cesan en este municipio del Suroeste de Antioquia.

Texto y fotos Samantha Varela Johnson

svarela1@eafit.edu.co

“¡Luis, venga rápido… Se fue la luz y tengo mucho miedo, no me deje sola por favor!”, gritó Yaneth Parra al sentir pánico el viernes 22 de mayo, cinco días después de la avalancha que arrasó con su casa y con la familia de su esposo.

Eran las 8:30 de la noche. Aunque la electricidad falló apenas por cuatro minutos, fue un tiempo suficiente para causar pánico entre la comunidad.

Cada cortejo fúnebre que pasa hacia el cementerio devuelve la tristeza a toda la comunidad.

Cada cortejo fúnebre que pasa hacia el cementerio devuelve la tristeza a toda la comunidad.

Salgar está pasando por un miedo constante al saber que el cerro Plateado sigue en alerta roja y también por lo que siempre se ha dicho, no de ahora por la tragedia sino desde mucho antes, que el municipio está construido encima de una quebrada que en cualquier momento puede acabar con los sueños y la vida de todas las personas que habitan en el casco urbano.

Se rumoran muchas cosas que pueden ser ciertas o no, pero que alteran la tranquilidad y la paz de todos allí. El más mínimo comentario los hace correr hacia el cafetal más cercano para sentirse seguros y a salvo. Así ocurrió el martes 19, apenas 27 horas después de haber ocurrido la tragedia, cuando se anunció que venía otra avalancha: la gente despavorida corrió hacia la montaña donde se encuentra Cristo Rey a esperar qué pasaba; solo 15 minutos después se desmintió la alarma.

Todo comenzó montaña arriba

Un derrumbe taponó la quebrada La Liboriana, la represó y después explotó debido a la cantidad de agua que había recogido. La avalancha que produjo, en la madrugada del lunes 18 de mayo, se llevó consigo los escombros que había recogido.

El taponamiento se produjo en un lugar que está a unas 12 horas a pie del casco urbano del municipio hacia la parte conocida como La Regada. La zona está compuesta por montañas muy altas cubiertas de una espesa selva.

“Logré tomar unas fotos donde se ve bien el cerro y el lugar donde ocurrió el derrumbe, eso está muy quebrantado y horrible. El miedo es que vuelva a bajar otro derrumbe y más grande, ese si taparía más de la mitad del pueblo”, aseguró Wilson Vasco, quien ha pasado los 32 años de su vida en el municipio.

Un fin de semana normal en el parque principal era con todos los negocios abiertos y música en cada cantina o bar. Ahora el pueblo está muerto, todos los establecimientos cerrados y hay un silencio aterrador. Eran las 9:15 de la noche del sábado 23 y solo estaba abierta la panadería “Las delicias de mi pueblo”, con 10 personas tomando tinto y hablando sobre la tragedia.

Como de costumbre, todos los años se hace una cabalgata con el fin de recoger fondos para la iglesia o el cementerio. El recorrido es desde el parque principal hasta la finca Gualanday. Para llegar a este lugar se debe pasar por La Margarita y la zona más afectada por la creciente de la quebrada. Por el luto y la tristeza del pueblo, la cabalgata y todo lo que se esperaba llevar a cabo fue cancelado.

Temores individuales y colectivos

“Cuando bajó la borrasca, el puente logró detenerla un poco, pero al chocar con este se devolvió y la avalancha cogió más fuerza y fue allí donde derrumbó el puente y todas las casas que estaban al lado. En una de esas casas estaba mi familia”, dijo Luis Varela.

La creciente del río se llevó la mitad de la carretera del barrio Simón Bolivar.

La creciente del río se llevó la mitad de la carretera del barrio Simón Bolivar.

El panorama no es agradable, todo es tristeza y desolación en Salgar después de la catástrofe ocasionada por la quebrada Liboriana, la cual el 18 de mayo, a las tres de la mañana, arrasó con todo lo que vio a su paso: casas, puentes y personas.

Antes de esta tragedia no se hablaba mucho de Salgar, pocos conocían este municipio ubicado a 98 kilómetros de la ciudad de Medellín. Un pueblo cafetero, de clima cálido, con personas –como dicen allí– pujantes y echadas para adelante.

En la localidad solo se rumora y se habla de la avalancha que acabó con la vida de un centenar de personas. Se respira un aire tenso, pesado, ya que después de una semana aún se percibe un olor fuerte y fétido, por los cuerpos que siguen en el río y que no han podido ser rescatados; también por el lodo y por la gran cantidad de animales que resultaron muertos.

“Me da miedo cerrar los ojos, siento que el río viene otra vez detrás de mí. No sé cuándo pueda superar algo tan duro y tan triste. Toda mi vida y todos mis esfuerzos quedaron allí, al igual que las personas que perdieron la vida; eran mis vecinos de siempre, realmente es horrible todo esto”, manifestó Mariana Parra, sobreviviente de la vereda La Margarita.

“Yo logré salirme por el techo con la novia de mi hijo. Al poner el pie en las tejas, la casa se derrumbó. Mi mujer, hijo y nieto lograron salir por la parte de atrás y subir el cafetal. Le dije a un muchacho que me prestara una linterna para ir a rescatar a mi mamá, hermana y sobrina pero cuando miré para abajo ya no había nada, ni mi familia ni la casa”, aseguró Luis Varela.

Los recuerdos que quedan

Es triste despedir a un ser querido y mucho más cuando fueron familias enteras las muertas. El río se llevó incluso a 16 personas de una misma casa: algunos estaban allí de visita, otros en fiesta por ser puente festivo y otros dormían.

En la finca Gualanday la avalancha obstaculizó el paso de la carretera destapada hacia la zona conocida como La Regada.

En la finca Gualanday la avalancha obstaculizó el paso de la carretera destapada hacia la zona conocida como La Regada.

Desde que se entra al pueblo se logra ver la magnitud de la fuerza con la que bajó el agua y todo lo que arrastró: piedras enormes y árboles de gran tamaño.

De los sitios que antes utilizaban los salgareños como charcos para hacer los sancochos y los paseos, de eso no quedó nada, solo los recuerdos de aquellos momentos felices y agradables que se vivían en familia y amigos. Ahora solo quedan rocas, palos y lodo.

Ya han pasado dos entierros colectivos de las personas que Medicina Legal pudo identificar. El primero fue de 33 víctimas y el segundo de 17; el duelo sigue, aún faltan muchos por encontrar y otros por identificar.

Desde ese lunes en Salgar se vive con miedo y temor de que vuelva a suceder algo similar o incluso peor. Los habitantes están prevenidos y angustiados con lo que pueda pasar en el municipio. Los habitantes dicen que ahora solo hay que tener fe y esperanza de que todo mejorará y que están seguros que el pueblo va a resurgir del lodo, las ruinas y la tristeza.

“Todos creíamos que era un terremoto por cómo se movía la tierra, pero también había un ruido muy duro y espantoso. Salí a la ventana para ver qué estaba pasando, todo el mundo estaba corriendo y gritando desesperado. Cuando miré para el río eso estaba muy crecido y se estaba llevando todo lo que había a su alrededor. Yo empecé a despertar a toda mi familia para salir corriendo. Después de eso pensé que esa era mi última vez en el pueblo”, comentó Fernanda Bustamante.

Para muchos va a ser muy difícil recuperarse y dejar el miedo atrás. Ahora solo queda esperar a que las familias que lo perdieron todo puedan salir adelante y tener la fortaleza de superar este dolor. Ellos solo esperan que el gobierno cumpla con lo prometido para seguir con sus vidas.

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