El góspel suena y emociona en Medellín
¿De qué se trata, de dónde es esta música espiritual, religiosa, vibrante, que cada vez tiene más seguidores y convoca a más espectadores en Medellín?
Por Pilar Chacón y Salomé López – mchacon1@eafit.edu.co
Hacer que el público se levante de las más de 1 500 sillas que tiene el teatro Metropolitano de Medellín no es tarea fácil. Mucho menos si se trata de música sinfónica o religiosa. Pero eso fue lo que ocurrió el pasado 8 de agosto durante un concierto de la Orquesta Sinfónica Eafit y el coro invitado de Central State University: cientos de asistentes tardaron poco tiempo en ponerse de pie, aplaudir al ritmo de las canciones, repetir los coros, y bailar movidos por la emoción del góspel.
Días antes, el Parque de los Deseos, en la zona norte de Medellín, fue escenario de un evento similar. Al aire libre y con la presentación de más de diez bandas -entre locales, nacionales e internacionales-, los asistentes disfrutaron de un concierto en el que los sonidos herederos de África conmovieron al público. La ciudad recibió un género que, aunque no es muy conocido, logra una conexión inmediata con quienes lo escuchan.
Y es que en medio de las canciones tradicionales de El Combo de las Estrellas, de las trovas y de los mega conciertos que se hacen para llenar estadios con cantantes de de moda, resulta raro escuchar las voces potentes que entonan letras religiosas mientras un coro las acompaña.
De entrada parece aburrido, pero la puesta en escena demuestra lo contrario: cantan con los ojos cerrados, bailan, levantan sus manos como recibiendo bendiciones, y pasean sus voces por todos los registros con una naturalidad que solo puede atribuirse a la raza, a su origen negro.
La violonchelista de la Orquesta Sinfónica Eafit y magíster en Música, Tatiana Pérez Hernández, explica que el góspel es un género que mantiene su esencia. “Sus letras, que son protagonistas, son una alabanza, y quienes lo interpretan lo hacen para conectar con lo divino”, dice.
Así ha sido desde los primeros sonidos, que se produjeron a finales del siglo XVII. Pero es una música que emociona también por sus armonías, sus ritmos, y sus interpretaciones. El góspel se debe a sus cantantes, quienes ponen su pasión y su fe en cada nota para agradar tanto a Dios como al público.
Es un género que no hay que entender, sino escuchar. No hace falta mucho esfuerzo para disfrutar de una música que apela a las emociones. Eileen Southern, profesora de Música y Estudios Afroamericanos de la Universidad de Harvard, explica que en el góspel hay un cantante principal que propone una improvisación, y un coro que responde. Así se crean patrones de llamadas y respuestas marcados siempre con un pulso implacable.
Los espacios dedicados al góspel en la ciudad son recientes. Y aunque hay registro de algunas comunidades pequeñas que lo privilegian, es aún desconocido. Pero ha sido tanta la curiosidad y la afinidad por el género, que la ciudad ya ha dispuesto sus propios espacios para estudiarlo, interpretarlo y difundirlo.
Muestra de ello es GospelPark Foundation, una entidad sin ánimo de lucro que desde el 2007 convoca anualmente a más de 12 mil personas en un concierto para impactar la ciudad con mensajes de vida, esperanza y paz a través de la música.
Daniela Salgado tiene 32 años. Nació en Medellín pero vive en Nueva York y, aunque estudió canto lírico, no lo ejerce por las dificultades económicas que implican ser músico en el país. Estuvo en la ciudad durante la Feria y no se perdió ninguno de los eventos de góspel.
Para ella, que la ciudad reciba estas tradiciones y culturas es una apertura cultural muy significativa:
El góspel es la muestra de cómo se mezcla la gente de diferentes razas y culturas
“Cuando uno escucha un coro de esta música y la emoción que los cantantes le ponen a las interpretaciones, descubre el poder que tiene la música para unirnos como humanidad”, dice.
Música con historia
Los orígenes del góspel se remontan a 1619, cuando los primeros migrantes africanos llegaron a una colonia inglesa de Virginia, en Estados Unidos. Llevaron consigo a varias generaciones de su pueblo. Buscaban adaptarse y la religión fue uno de los primeros pasos, por eso a los cantos propios de su tierra, los fueron dotando con las letras y las cualidades del protestantismo que practicaban quienes los recibían en tierras americanas.
Y mucho después, ya en la década de los treinta del siglo pasado, el género tuvo un despliegue más cercano que fue, quizá, el que lo empezó a mover por el mundo.
Su nombre se refiere a la palabra de Dios, al evangelio. Y su carácter enérgico y vivificante ha logrado salir de la iglesia: cada vez son más las adaptaciones de los grandes títulos de la música universal a este modo de interpretación, y de igual manera, se suman los públicos que no distinguen edad para emocionarse con sus sonidos.
Ahora el góspel es casi una industria, exitosa porque busca las sensaciones, y cada vez más extensa, porque llega a ciudades que, como Medellín, vibran al ritmo de la emoción.