Durante los últimos 20 años, el área metropolitana del Valle de Aburrá ha crecido de tal forma que zonas que hasta hace poco eran rurales se han vuelto urbanas. En el Alto de las Palmas, jurisdicción del municipio de Envigado, el proceso urbanizador llegó con fuerza, lo que ocasionó la valorización de la zona y de las propiedades. Habitantes tradicionales temen nuevos problemas.
Cuando las primeras unidades residenciales empezaron a poblar esta zona, la gran mayoría de propietarios tenían fincas lecheras o cultivos de flores. Ahora, los terrenos con ganado son cada vez menos y la floricultura se ha trasladado a otros sectores del Oriente antioqueño como los municipios de La Ceja, Rionegro y Marinilla.
Alrededor de 15 unidades residenciales están siendo construidas actualmente, lo cual ha permitido generar empleo e impulsar el crecimiento de la zona. También, una transformación radical en la misma.
Los residentes tradicionales de esta zona muestran preocupación por la cantidad de personas que se mudarán al sector: las vías son estrechas y no todas están en buen estado. “Me imagino esto en un par de años… con mínimo dos carros por casa, no tendremos por donde transitar”, dice Juan Martínez, habitante del sector desde hace más de 20 años.
Las primeras casas que se construyeron hace dos décadas costaron alrededor de 30 millones de pesos. Hoy, algunas pueden valer hasta cuatro mil millones de pesos.
Además de las unidades residenciales, los centros comerciales están invadiendo el sector. Se calcula que unos 100 locales comerciales han llegado a la zona en los últimos años. Marcas exclusivas y algunos de los mejores restaurantes de la ciudad ya tienen sede en Las Palmas.
Fontán, Columbus School, Vermont, Theodoro Hertzl y el Sagrado Corazón Montemayor son algunos de los colegios que han decidido tener sus sedes en esta vía hacia el Oriente, debido a la cantidad de jóvenes que habitan en la zona. Además, les ofrecen a sus estudiantes espacios campestres y tranquilos.