Aborto legal en Argentina y Latinoamérica: ¿un proyecto a futuro?
Un recorrido de la evolución del movimiento abortista en América Latina y el movimiento social pro-aborto que vio su máxima expresión este año en Argentina.
Por Juliana Pérez Londoño – jperezl@eafit.edu.co
Foto de Gaelx, tomada de www.flickr.com/photos/gaelx/
Gladys González rompe a llorar en plena Cámara de Senadores de la Nación. Como ella, cientos de mujeres que esperan en las calle de Buenos Aires no contienen las lágrimas y la rabia: después de una histórica sesión de más de 16 horas, la derrota para el proyecto que buscaba despenalizar el aborto en Argentina era inminente.
En su discurso, la senadora González hizo hincapié en la importancia de escuchar y proteger a las mujeres argentinas: “Quiero que la mujer Argentina tenga una oportunidad. Una oportunidad más. Una oportunidad de acercarse al sistema sin miedo, sin culpa, sin vergüenza, sin estigma social. Quiero acompañarla, quiero escucharla; quiero informarle sobre todas las opciones que tiene. Hoy no tengo esa oportunidad porque el sistema no me lo permite”.
El movimiento social que revolcó a la nación entera y la sacudió en sus cimientos comenzó el 14 de julio pasado, cuando la Cámara de Diputados votó el proyecto de ley.
La iniciativa ya había fracasado varias veces, pero esta vez fue distinto. Con 129 votos a favor, 125 en contra y una abstención, el proyecto fue aprobado y una multitud reunida en la Plaza del Congreso celebró como nunca. El próximo paso era el Senado.
El propósito de esta nueva ley era despenalizar el aborto hasta la semana catorce del embarazo. Actualmente, Argentina forma parte de la lista de países que permiten el aborto solo para salvar la vida de la madre y preservar su salud física, entre los que se incluye Brasil, Ecuador, Paraguay, Venezuela, República Dominicana, Honduras, Bolivia y Perú.
El Salvador, Haití, Honduras, República Dominicana y Surinam lo prohíben totalmente, sin excepción legal explícita.
Por otro lado, los países latinoamericanos en los que se permite el aborto sin restricción son Cuba, Guyana, Puerto Rico y Uruguay.
Desde el 2006, Colombia es uno de los pocos que lo permiten bajo tres circunstancias: cuando existe peligro para la salud física o mental de la mujer, cuando hay malformación del feto o en caso de abuso sexual o violación.
La región en conjunto presenta cifras preocupantes. Según un estudio realizado por el Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social (CIDS) de la Universidad Externado de Colombia, se estima que entre 2010 y 2014 se practicaron unos 6.5 millones de abortos inducidos en América Latina.
Latinoamérica ocupa el primer lugar en el mundo en número de embarazos no planeados: 96 por 1.000 mujeres en edades de 15 a 44 años.
El movimiento social que se vivió en Argentina y trascendió sus fronteras fue visto por los grupos a favor del “aborto legal, seguro y gratuito” como un ejemplo y una inspiración para el resto de la región.
Cientos de manifestantes se tomaron las calles de Buenos Aires para expresar su opinión y las redes sociales se vieron colmadas de mensajes en relación con el debate.
Las etiquetas #AbortoLegalSeguroYGratuito y #QueSeaLey fueron tendencia no solo en América Latina, sino en todo el continente.
Las noticias del pasado 9 de agosto, luego de más de 16 horas de debate y discursos que buscaban promover el derecho al aborto, fueron desgarradoras para esas multitudes apostadas nuevamente en la Plaza del Congreso.
Con 38 votos en contra, 31 a favor y dos abstenciones, el proyecto no obtuvo la mayoría necesaria y debe pasar un año entero hasta que pueda volver a presentarse.
Sin embargo, sus promotores no han perdido la esperanza. El movimiento cada vez cobra más fuerza y miles de mujeres de toda Latinoamérica han unido sus voces por primera vez para demandar la libertad para elegir sobre sus propios cuerpos.
Tal como lo dijo la senadora Gladys González: “Sueño para las mujeres argentinas lo mismo que para mis hijas. Que se enamoren, que planifiquen tener sus hijos como yo lo planifiqué. Sueño con que no tengan que tomar nunca esa decisión, y si tienen que hacerlo, que lo hagan seguras, acompañadas, con el amor que necesitan para transitar ese difícil y doloroso momento. Sueño con una vida sin violencia y sin discriminación».