Ébano: el safari real de África
Éste libro, de quien fue considerado el mejor reportero del mundo, es buen ejemplo de un reportaje cargado de experiencias y detalles.
Ana María Cardona
África, antes y después de Ébano
De África solo sabía que era un continente extenso, rico en diamantes y oro, con paisajes desérticos y selváticos, que ha pasado por grandes tragedias y soportado injusticias como el apartheid y la esclavitud y que lleva luchando contra el hambre y las enfermedades por años, acontecimientos que no cabe comparar. Siempre quise ir a hacer un safari, conocer las diferentes culturas y recorrer la típica guía turística. En realidad pensaba saber lo básico de este territorio hasta que leí Ébano, una de las obras icónicas de Kapuscinski, con gran relevancia en el medio del periodismo e, incluso, en el campo de la historia.
Son 29 crónicas con las que se conoce África. Esto es Ébano, una obra que con cada historia hace sentir el calor, el hambre, el dolor y la solidaridad de cada país, de cada tribu, de cada lugar que Kapuscinski visitó durante 40 años en sus viajes a este continente. La experiencia única del autor al conocer la realidad de África, hace de este libro una visita casi tangible a cada lugar que narra. Vivir en los barrios con mayor escasez, tolerar el asfixiante calor, convivir con las cucarachas y enfermarse de malaria y tuberculosis, son solo algunas de las travesías que Ryszard Kapuscinski pasó para conocer una cultura, un mundo y darlo a conocer mediante Ébano; contar la historia que nadie cuenta, dejar los safaris y hoteles de lujo, para narrar su gente, sus chozas de barro y su agonía:
Las mujeres machacan la mandioca, asan a la brasa bulbos de taro, cocinan algún plato, comercian con chicles, galletas y aspirinas, lavan y secan la ropa. Y todo ello a la vista de todos, como si rigiese una orden que obliga a los habitantes a abandonar sus casas a las ocho de la mañana y a permanecer en la calle. La causa real es muy distinta: las viviendas son pequeñas, estrechas y pobres. El ambiente es sofocante, no hay ventilación, el aire es pesado y los olores nauseabundos, no hay con qué respirar (Kapuscinski, 1998, p. 12).
El gran continente en una portada
Con 340 páginas, Ébano llama la atención, no es tan corto como para animarte por ello, ni tan largo como para pensar que lo acabaras en meses, como se podría pensar de El Hambre de Caparros.
La editorial Anagrama presenta una edición sobria, un libro gris con una imagen dentro de un marco negro de una mujer africana de piel oscura, con el pelo largo hasta los hombros y recogido por trenzas en un tipo de cola con un accesorio único, como una gran concha que sale de su cuello hasta su espalda, se puede ver su extrema delgadez por medio de su seno caído y consumido y un brazalete que ocupa su brazo. A pesar de estar de espaldas, esta africana muestra unas características propias de su tribu.
Ryszard Kapuscinski ha sido llamado en varias ocasiones el mejor reportero del siglo XX, como lo dice la contraportada del libro Ébano de la Editorial Anagrama.. En el 2003, a sus 71 años ganó el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, además se decía que estuvo entre los candidatos al premio Nobel de Literatura por varios años.
“Cuando empecé a viajar por nuestro planeta como corresponsal extranjero encontré un lazo emocional con las situaciones de pobreza en los llamados países del Tercer Mundo. Era como regresar a los escenarios de mi niñez. De ahí nace mi interés por estos países. Por eso me interesan los temas que tocan la pobreza y lo que produce: conflictos, guerras, odios” (Kapuscinski, 2002).
Este interés lo plasma en Ébano, una obra que más que un continente, refleja las personas, sus relaciones, cultura y creencias. “Fue en África que realmente me hice periodista, porque tenía responsabilidades muy diferentes de las de un periodista tradicional” (Kapuscinski, 2002).
Entre la crónica y el reportaje
Hoy, 17 años después de la publicación del libro Ébano, el tema aún es noticioso y actual, las guerras, la hambruna, las diferencias entre culturas y tribus que se encuentran en África son una noticia que aún hoy hace parte de la agenda noticiosa, es un tema relevante. Esta obra tiene escenas, detalladas hasta el punto que puedes sentir el mosquito zumbando en el oído de Kapuscinsky, el calor sofocante, su temor al huir de los guerrilleros y el escalofrío que le producía su enfermedad.
«El calor era terrorífico y a cada minuto apretaba aún con más fuerza, como si nuestra ruta, o tal vez todas las rutas posibles, llevase directamente al sol y como si nos acercásemos inexorablemente a ese momento en que arderíamos en el altar de su sacrificio. El aire, incandescente, empezó a vibrar y a temblar» (Kapuscinski, 1998, p. 53).
Mantiene diálogos acompañados de un retrato global y detallado, puedes oler, sentir y ver los paisajes y acontecimientos que relata el autor.
Tiene un contexto histórico que marca la vida de los africanos y del continente. Se lee como él habla, narra en tonos formales e informales, depende de si esta sumergido en sus pensamientos y sentimientos o si esta contextualizando sobre una guerra o acontecimiento, sin embargo, conserva un estilo propio y único de este gran periodista. El autor esta empapado por completo del tema, recorrió 12 países de África, conoció su gente, sus dramas y costumbres. Cada uno de los 29 capítulos genera tensión, durante estos deseas saber que paso, en que terminó esa guerra, esa persona o el autor, es entretenido y ameno además de incluir datos y múltiples fuentes interesantes, desde la persona más víctima, el político, el niño, el periodista, el religioso o el africano común, hasta el más cruel de los victimarios.
Pregunto a los misioneros por su trabajo, por los problemas a los que se enfrentan.
-Es un territorio muy difícil -reconoce el padre Johan-. Los hombres nos preguntan cuántos dioses hay en nuestra religión y si tenemos uno especial para las vacas. Les explicamos que no existe sino un solo Dios. Se muestran decepcionados. Nuestra religión es mejor, dicen, tenemos un dios específico que protege a las vacas. ¡Las vacas son lo más importante! (Kapuscinski, 1998, p. 165)
Éste libro, lleno de investigación, experiencias y detalles, que incluso permite una lectura desordenada de sus capítulos, es un gran reportaje con todos sus elementos.