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¿Dónde están los niños?

Una reflexión sobre el uso y el abuso de la tecnología por parte de los niños.

Por: Jonathan Jiménez Hernández – jjimen43@eafit.edu.co

Dice un viejo adagio que los tiempos han cambiado. Existe otra frase que hace alusión a que el pasado fue mejor y recuerdo una que mencionaba mucho mi abuelo y que se refería a que el tiempo que se iba no volvía.

Parece que cada generación que ha pasado piensa que la suya fue la mejor y ahora la mía está empezando a identificarse con ese pensamiento. O por lo menos yo siento cómo todos estos refranes parecen adecuarse a la realidad que estamos viviendo.

Soy de los que piensa que aquellos hábitos de tocar las puertas en las casas y correr, ensuciarse o ir a la calle a jugar con los amigos se han perdido: parece que a los niños de ahora no les gusta salir a la calle y en su tiempo libre se sumergen en el mundo virtual.

Y es que las estadísticas no mienten: un estudio hecho por la Universidad de la Sabana en el año 2015 y publicado en el diario El Tiempo revela que, en zonas urbanas, la edad promedio de inicio al acceso a las tecnologías es de 9 años y que 7 de cada 10 adolescentes se conectan todos los días a las redes.

Ahora bien, no hay que desconocer que herramientas como el internet y artefactos como el celular, los computadores, las tabletas y demás entretienen y facilitan muchas tareas que debemos cumplir, pero, ¿hasta qué punto nos están absorbiendo y creando dependencia?

La respuesta a esta pregunta la encontré en una investigación hecha en España por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, publicado en el diario español El Mundo, en el año 2014. Allí se pone en evidencia cómo los jóvenes enfocan su tiempo libre en el uso de las nuevas tecnologías, internet y redes sociales.

En este estudio se asegura que para los jóvenes la vida en el mundo virtual se ha vuelto indispensable y sin el acceso a él se sienten aislados, incomunicados e incompletos. Lo preocupante es que en este mismo estudio se afirma que ellos, al depender tanto de las tecnologías, no saben cómo rellenar rutinas, integrarse o socializar.

Con esto, lo que quiero decir es que no se tiene que ser un sabueso para darse cuenta de que playstations, computadores y celulares se convirtieron en objetos que entretienen y mantienen a los niños quietos y encarcelados en un mundo irreal. Basta con salir a las calles de las ciudades y darse cuenta de que ellos no están ahí.

Juegos como los escondidijos, policías y ladrones, avioncito, ping pong y otro sinfín de actividades que marcaron esa etapa tan bonita de nuestra vida han quedado en el olvido.

Infancia virtual, así se podría catalogar a esta nueva generación en la que seguramente hasta el viento se ve perjudicado porque ni las risas infantiles de los niños se puede llevar, ya que los nuevos artefactos tecnológicos se quedaron con ella y ya no es siquiera necesario tener un pañuelo para secar el sudor de los chicos o las lágrimas cuando caen en el asfalto.

Hoy las tiernas miradas de los pequeños se están perdiendo en la pantalla de un computador y, tristemente, han sido reemplazadas por enfermedades como artritis, tendinitis y hasta diabetes.

Tal vez esté exagerando, a lo mejor los años ya me están pasando factura, pero lo que sí quisiera recordar es esa frase que tanto decía mi abuelo: “Tiempo que se va, no vuelve”. Por ello, quiero invitar a las nuevas generaciones a que vuelvan a las calles para que disfruten junto a sus amigos, que ellas esperan por ustedes. Ojalá y no sea muy tarde para que el tiempo no les diga a ustedes Game Over.

 

 

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