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Desembarco de la ciencia llegó a ecosistemas subterráneos de Santander

Una expedición científica realizada en ese departamento reveló, entre varios hallazgos, la existencia de una especie de bagre que al parecer solo habitaría en las aguas que circundan cuevas milenarias, así como ranas y camaleones de alta montaña, y hasta un bosque de robles de más de 200 años.

Por Xiomara K. Montañez M. – xmontanez@unab.edu.co

Cortesía del Periódico 15, de la Universidad Autónoma de Bucaramanga.

La paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) ha traído consigo la desmovilización de la guerrilla más antigua del mundo.

Ha despertado la polarización política, ha puesto en la agenda mediática la corrupción que se da incluso al interior de los organismos que deben combatirla y ha despejado el panorama para que las multinacionales centren su atención en zonas ricas en biodiversidad, ideales para la extracción de minerales.

Pero la transición al posconflicto trae consigo retos que sitúan a los ciudadanos en escenarios donde su participación y compromiso son claves, más allá de la pertenencia a un partido y el agite en las redes sociales.

Como asegura Francisco Jesús Cruz Guiza, alcalde del municipio de El Peñón, Santander, en la provincia de Vélez, azotado durante décadas por la guerrilla y los paramilitares, “después de la guerra, la lucha se debe enfocar en la conservación de bosques, selvas y zonas de reserva, y en pensar en nuevos modelos de desarrollo que no atenten contra los recursos naturales”.

Y lo dice porque sabe de la riqueza que esconden la veintena de cuevas milenarias que circundan el municipio. Según él, “pueden guardar la cura de muchas enfermedades que los químicos ya no pueden atacar”. Y esta riqueza podría estar en peligro con la llegada de la minería que busca extraer cobre, oro, plata y piedras calizas.

En el fondo de la cueva La Tronera. Arriba se aprecia la boca o entrada al lugar. Los amantes de la espeleología y del turismo de aventura descienden a través de rappel. Como en la mayoría de las cavernas del lugar, en su interior corren cascadas de agua. Foto: Mario Murcia.

“La Agencia Nacional de Minería (ANM) así lo informó y se adelantan los estudios no solo en El Peñón sino en varios municipios de la provincia. Depende mucho de nosotros como ciudadanos permitir que esto se dé. Creo que el país debe poner en una balanza dos cosas: si deja sus recursos naturales en manos de dos o tres grupos poderosos para que se lucren o si luchan por el agua”, afirma el gobernante local.

Pero eso no lo desanima. Comenta que la visita de los investigadores de la Expedición Bio ha despertado el sentimiento de los pobladores por la riqueza de su región.

“Estoy convencido de que podemos llegar a ser un destino de talla mundial. Los hallazgos no solo en materia de especies sino arqueológicos, han despertado el interés científico en este lugar y pronto el mundo conocerá los resultados”, añade Cruz Guiza.

El Peñón no ha sido la única región de Colombia que se ha beneficiado con el desembarco de la ciencia. Al santuario de fauna y flora de la isla Malpelo, al Carmen del Viboral (Antioquia), Belén de los Andaquíes, y SeaFlower, en la isla Cayo Serrana, también han llegado los investigadores.

Como estas hazañas, existen 17 más bajo el nombre de Expediciones Bio, patrocinadas por el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias, que iniciaron en junio de 2016.

Guardadas las proporciones, podrían catalogarse como una nueva Expedición Botánica, que en el siglo XVIII fue emprendida por el botánico y sacerdote José Celestino Mutis en el Nuevo Reino de Granada durante más de 30 años, y que resultó de un interés significativo para la ciencia en todo el mundo.

¿Qué hacer con los tesoros descubiertos?

Según lo dio a conocer la Organización de Naciones Unidas (ONU) al Gobierno en 2014 (en el documento “Consideraciones ambientales para la construcción de una paz territorial estable, duradera y sostenible en Colombia”), al país le llegó la hora de tomar conciencia frente a la conservación de la biodiversidad y del patrimonio ecológico.

La espeleología (ciencia que estudia la naturaleza, el origen y formación de las cavernas, y su fauna y flora) es uno de los principales atractivos de las cuevas de El Peñón. Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia llevan décadas estudiándolas y analizando su composición. Foto: Felipe Villegas.

Lo anterior teniendo en cuenta que las zonas hoy abandonadas por los actores armados, que durante décadas “mal o bien” las custodiaron, quedaron expuestas a traficantes de especies y de madera, empresas contaminantes, despojadores, bandas criminales y el turismo descontrolado.

¿Cómo lograrlo? Andrés Mauricio Cuervo Maya, líder científico de Colecciones Biológicas del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, responde: “La dirección correcta es el conocimiento. Si no tenemos la información ni las armas intelectuales ni el ímpetu para salir a defenderlas, es complejo. No se puede conservar ni defender lo que no se conoce”.

Él, junto a un equipo de 20 investigadores -biólogos, ornitólogos, botánicos, espeleólogos y documentalistas- ya dio los primeros pasos para superar el reto impuesto por la ONU.

En agosto de 2016, se internó durante 12 días con un equipo de biólogos, ornitólogos, botánicos, espeleólogos, geólogos, paleontólogos, fotógrafos y documentalistas, para explorar los ecosistemas terrestres y subterráneos que rodean al municipio de El Peñón, provincia de Vélez, como parte de la Expedición Bio Santander.

Recuerda que este era un lugar al que siempre habían querido llegar y esta vez, sin el acoso de los actores armados, lograron tomar muestras de peces, aves, reptiles y plantas que aún catalogan para fortalecer las colecciones existentes y obtener información genética que permita caracterizar la biodiversidad de la región.

Grupo de la Expedición Bio Santander que se encargó de adelantar una evaluación biológica y ecológica del sistema de cavernas del municipio de El Peñón. Foto: Felipe Villegas.

¿Por qué El Peñón?

Ubicado en la provincia de Vélez, el municipio de El Peñón fue uno de los más acosados por las guerrillas de las Farc y del Ejército de Liberación Nacional (Eln), así como por paramilitares del Bloque Central Bolívar de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).

El desplazamiento forzado se intensificó entre 2002 y 2008, a raíz de los planes de erradicación de cultivos de coca, y según datos de la Unidad para la Atención de las Víctimas, de los 5.441 habitantes (entre zona urbana y rural), cerca de 1.200 tuvieron que dejar sus viviendas y fincas.

La zona no solo era conocida por el fenómeno de la violencia. Cuando podían, investigadores y colonos de la zona daban al mundo buenas noticias sobre los tesoros naturales que allí se esconden: ecosistemas subterráneos, ambientes geológicos cársticos o de relieves, cuevas milenarias conformadas a lo largo del proceso geológico que permitió la conformación de la cordillera Oriental, que albergan plantas, animales, ríos, piezas de museo como esqueletos, fósiles y piedras preciosas. “Todo un mundo por descubrir”, afirma Cuervo Maya.

No es necesario hacer un viaje en el tiempo para recordar lo que allí se encuentra. En 2016, investigadores de la Universidad Nacional, de la Sociedad Colombiana de Espeleología y del Instituto Alexander von Humboldt hallaron un cementerio con restos de mamíferos como mandíbulas, dientes y vértebras de animales que datan el Plio-Pleistoceno, período de glaciaciones (más de cinco millones de años), en medio de desfiladeros y estalagmitas.

Caverna La Tronera. Foto: Mario Murcia.

Al parecer, sería el primero encontrado y el más importante en el estudio de la paleontología en el país.

La zona también es frecuentada por los amantes de la espeleología y del turismo de aventura. Allí se encuentra un grupo de cuevas consideradas como las más antiguas de Colombia.

Una de ellas, Los Carrascos, es tal vez la más apetecida por los visitantes y los investigadores, a la que se llega luego de atravesar salones plagados de estalagmitas que dificultan las caminatas y de estalactitas de diversas tonalidades que cuelgan de las paredes rocosas. La Tronera y El Caracol integran el grupo de cavernas.

¿Qué se encontró en Santander?

De acuerdo con el biólogo Andrés Mauricio Cuervo Maya, las áreas de exploración escogidas son desconocidas para los científicos. Por ejemplo, el equipo encargado de investigar los peces halló especies exclusivas de la zona y adaptadas a vivir en los afluentes y arroyos subterráneos. Son ciegos y traslúcidos.

Carlos Luis DoNascimiento, biólogo y PhD en zoología, explica que se encontró una especie de pez que no había sido reportado en investigaciones anteriores.

“Existía, pero lo ignorábamos. Es pequeño, relacionado al grupo de los bagres, que no tienen nombre científico. Se presume que podría ser nuevo porque la evidencia es que cada población queda aislada y logra diferenciarse de forma tal que genera una especie diferente. En algunas ocasiones logran convivir con grupos de cangrejos acuáticos que pueden adaptarse a este tipo de ambiente”, explica.

En el área de anfibios y réptiles, el investigador y curador de Colecciones Biológicas del Instituto Humboldt, Andrés Acosta Galvis, cuenta que se encontró una rana de lluvia que solo habita en ambientes conservados y que se está a la espera de los datos para confirmar la especie.

Algunas de las especies encontradas durante la expedición, entre ellas una rana de lluvia, un murciélago furgívero y un camaleón andino o de alta montaña. Los investigadores presumen que este último podría ser una nueva especie para la ciencia. Foto: Andrés Romero.

“Es particular, rara y uno de los géneros más importantes de Colombia. No necesita renacuajo para su desarrollo, sino de zonas boscosas para colocar sus huevos. Se reproducen exclusivamente en ambientes de alta montaña de la cordillera Oriental (complejos de páramos). Esto llama aún más la atención porque El Peñón está aislado de la parte alta de la cordillera, y lo que podría verse es un tránsito de especies que nos amplía más el panorama”, cuenta el también herpetólogo.

Se encontró una culebra (en peligro de extinción por el cambio climático que altera su temperatura corporal) y un camaleón andino o de alta montaña.

Los especialistas en aves descubrieron una lora, con características similares al chango de montaña, que si bien es endémica de esta cordillera, sólo se conocía de su existencia en la región de Boyacá. Según el ornitólogo Sergio Córdoba, habita en los bosques de roble.

Bosques de roble

“Pueden ser de más de 200 años y están en muy buen estado”, asegura José Aguilar, botánico que participó en la Expedición Bio Santander.

“Son la fuente protectora del agua que abastece el acueducto de El Peñón y la comunidad lo ha preservado. Está fragmentado y no es muy extenso, pero guarda elementos importantes de la vegetación”, comenta este investigador del Humboldt.

Aguilar precisa que la riqueza del lugar también radica en que limita con los bosques húmedos y tropicales del Carare-Opón. “Es contradictorio, pero la restricción de la movilidad por parte de grupos armados han permitido la conservación”, añade el investigador.

Pensar en el futuro

Si bien se abre un mundo para la ciencia, también se da la oportunidad para que llegue la ilegalidad, especialmente de bandas criminales o nuevos actores armados, que ven en la explotación de la biodiversidad y de los recursos naturales todo un negocio.

El alcalde Francisco Jesús Cruz Guiza asegura que trabaja con su población para crear oportunidades, incluso, para el departamento. Cuenta que el Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, con sede en San Gil, capacita a campesinos y pobladores de El Peñón en turismo.

Caverna El Caracol. En su interior se pueden encontrar cascadas de agua, diversidad de plantas y especies animales. Foto: Andrés Romero.

“Creemos en un ecoturismo responsable y amigable con la naturaleza. Queremos crear empresa y no que vengan de afuera y se llevan toda la rentabilidad. Soy optimista y como lo digo en cualquier escenario, el futuro de Santander está en la provincia de Vélez. Hago un llamado al Gobernador que es de esta región -Didier Alberto Tavera Amado-, para que nos apoye en esta iniciativa, pero también llamo a las universidades para que vengan a estudiar la zona. No sé si hemos sido perezosos o es que nos faltan recursos”, expresa Cruz Guiza.

Cuervo Maya concluye que los investigadores somos una pieza dentro de un engranaje grande que tiene como motor la sociedad colombiana. “Ponemos la información a disposición de todos, pero los colombianos tendrán que decidir cómo salvaguardan el patrimonio natural que los rodea”.

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