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De la tinta indeleble a la huella digital

Habitantes de Sabaneta, municipio del sur del Valle de Aburrá, recordaron cómo hace décadas untaban sus dedos de tinta roja y azul para votar y hoy, gracias a la tecnología, lo hacen en un lector digital que no permite la suplantación de las personas.

Por Jaqueline Peláez
jpelaez9@eafit.edu.co

 

El parque del municipio de Sabaneta estaba repleto de gente en horas de la mañana. No había donde parquear, se presentaron dos choques, y muchas, muchas personas, caminaban con sus mascotas. Mientras unos asistían a misa, otros comían en los famosos buñuelos gigantes del frente de la iglesia que hizo famosa María Auxiliadora, y el resto hacía largas filas para ingresar a las mesas de votación en los colegios aledaños. Entre ellos estaba Henry Arturo Lotero y Hugo González, dos veteranos en esto de las elecciones.

Henry Arturo es de esos electores a los que les ha tocado todos los sistemas de votación. Cuando llegó a Sabaneta hace 25 años, le tocaba meter el dedo en un frasco con tinta que no se borraba días después, que era la marca para indicar quien había votado. Después le tocó el tarjetón y, en los últimos años, el lector de huella.

“Esto ha avanzado porque antes la gente era con los dedos untados de tinta y además había candidatos que de alguna manera influenciaban a los demás para votar por ellos y hacerles creer que eran honestos. Pero con el pasar el tiempo llegaban los rumores de que había trasteo de votos”, expresó.

Hombre precavido

En las últimas elecciones, Henry votó por un candidato del que se enteró de manera reciente que tiene unos escándalos de corrupción muy grandes. Hace cinco años, este hombre de unos 50 años, se retiró del municipio y se fue a vivir a la vecina población de La Estrella, pero su cédula siguió registrada en Sabaneta porque siempre ha considerado que allí hay más orden y facilidad para votar.

“En esta ocasión voté en blanco y me aseguré de traer mi lapicero porque acá en unas elecciones hubo fraude con una alcaldesa. Nos dieron un lapicero borrable y resulta que cambiaron los votos”, aseguró el ciudadano.

Según habitantes del municipio, hace algunas décadas, para entrar a los puestos de votación había menos gente, todos se conocían por ser pocos, mientras que ahora son muchos los que votan allí debido a la cantidad de edificios y urbanizaciones que se han construido en los últimos años. “Siempre he tenido la costumbre de llegar a las 8 de la mañana para votar, pero hoy madrugué y me encontré con una fila de casi cuatro cuadras”.

Los jurados de votación afirmaron que de 9 a 11 de la mañana fue la hora de más congestión porque los ciudadanos asisten temprano para estar libres a la hora del almuerzo. En la tarde las filas se ponen peor.

Prácticas curiosas

Hugo González, fiel elector, cuenta que ha votado en el municipio durante 12 años para alcalde, concejo, asamblea y presidente de la República, y que cuando no tiene candidato concreto vota en blanco o tacha dos veces el tarjetón para que lo anulen.

“Comparo años atrás a hoy en día y veo mucho más orden. En cuanto a lo malo, la política es un fenómeno más que todo social y de poder, entonces somos muy manipulados por personas que creemos que son los mejores”, afirma.

González cuenta que siempre ha pensado que se tiene que votar sin pensar en color político, sino en personas que le puedan servir a la ciudad, a la comunidad y ante todo a la política pública bien manejada.

El ciudadano cuenta que antes inscribían cédulas de las personas y tenían que votar por obligación por determinados candidatos para la permanencia en sus trabajos. Ahora el gobierno ha tomado el control y no se presenta tanto esta situación.

Para evitar tantos problemas y anomalías presentes, se debe ser más consciente de por quién votar, sin tener injerencia de otros, afirmaron algunos ciudadanos.

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