Cuando Johan se acerca a las estrellas
Con 16 años, Johan Stiven Bedoya emprende un viaje al conocimiento del espacio de la mano de científicos. Gracias a Horizontes, programa de Ruta N que busca transformar la vida de más de 4.000 jóvenes de la ciudad con ciencia y tecnología, busca conocer las estrellas.
Por Carolina Franco Villegas – cfranco7@eafit.edu.co
Las luces se empiezan a encender mientras la noche oscurece en el barrio Santo Domingo Savio, aquel lugar sobrecargado de casas que cuelgan de la montaña de la Comuna 1 de Medellín, donde se escuchan mezclas de varios géneros musicales y los motores forzados de los buses escalando por las calles.
Allí hay un muchacho de ojos cafés que mira las estrellas y examina el cielo. Mientras sus amigos gastan tiempo en las esquinas y conversan sobre chicas, Johan Stiven repasa las leyes y sus dominios sobre la bóveda celeste. Su intención no es descubrir si lloverá esta noche, va más allá. Se acuesta pensando en la luz que llega de los astros, siente una atracción por algo que no conoce.
¿Cómo es que un chico de 16 años se sustrae de lo cotidiano de su barrio, de sus necesidades no resueltas, e intenta comprender un llamado astrofísico?
La historia de Johan Stiven Bedoya comienza cuando una profesora suya le presenta los fenómenos celestes y lo enamora de las estrellas lejanas. Desde allí, el traje blanco de astronauta empieza a contrastar con su piel morena.
Es un joven estudioso, disciplinado y sobresaliente. En el colegio Antonio Derka Santo Domingo oye a los otros jóvenes planear las fiestas del fin de semana. Johan planea otras actividades: tal vez primero investigue sobre la estrella Sirio, la más brillante del Universo; luego compare el tamaño de WASP-17b, el planeta extrasolar más grande que se conoce; y quizás termine su día observando el movimiento de Barnard, la estrella que se mueve un grado cada 350 años.
Una misión espacial
Se emociona con lo que aprende y por su interés la maestra de química lo invita a ser parte de Horizontes, de Ruta N, un programa que busca que los jóvenes de Medellín planteen sus proyectos de vida en la ciencia y en las ingenierías. Para Johan sería un acceso a un mundo que nunca había estudiado.
“Yo no sabía qué era Ruta N. Llegué a mi casa ese día y le dije a mi mamá: ‘Ma, llegaron con un nuevo curso al colegio, dizque Horizontes, y van a escoger los mejores de física y química. La profesora Marta me eligió’. Ella me dijo que estaba bien, que entre más estudiara, mejor.”
Junto a dos chicas interesadas también por la ciencia, comienza a asistir a las sesiones de Horizontes los miércoles de 10 a 12 donde Jatzibeth, la guía del programa, espera a los 25 jóvenes para empaparlos de conocimiento.
Hace un poco de calor en el salón de ciencias naturales, pues se encuentra junto al muro de asfalto que alcanza altas temperaturas al medio día. A pesar del calor y el hambre que espera el almuerzo, se pasan horas hablando sobre biología, física y química. Así aprenden en ese espacio, dejan a un lado la teoría para conocer la ciencia desde lo práctico.
Sus metas son las más altas
Johan llega a su casa a cumplir con sus obligaciones, pero también repasa lo que nada tiene que ver con sus tareas cotidianas: le enseña a su hermana menor lo que aprende en Horizontes.
“Nosotros vemos todas las ramas de la ciencia, pero la que más me gusta es la astrofísica. Yo le muestro las estrellas, le explico todo el espacio con imágenes astronómicas, y como tienen formas y colores llamativos, a ella le gustan.”
A su papá lo ve pocas veces en el año, su otra hermana no está interesada en la ciencia, pero su madre, quien no entiende la atracción extraña de este muchacho por el espacio, es quien lo motiva a estudiar.
Cuando sale a jugar en el barrio, todos sus amigos le preguntan para qué quiere saber si una estrella está lejana o para qué sirve reconocer un nuevo planeta en medio de su ciudad conflictiva y excluyente.
Pero él no da su brazo a torcer. Recalca que la ciudad necesita de sabios que logren desentrañar el cielo porque quizás sabiendo lo que se mueve más allá de nuestras narices está la historia y el futuro de la humanidad.
Por eso siempre ha soñado con ser el mejor científico de Colombia y codearse con los mejores del mundo.
Johan ve sus horizontes cada vez más amplios: quiere terminar sus estudios en el exterior y tal vez algún día llegue a ser tan talentoso como Stephen Hawking, uno de los astrofísicos más renombrados de la tierra. Sabe que su escrutinio habrá de involucrar espectros de luz y elementos químicos que lo llevarán a espacios insospechados, aún para él.
Su primer viaje al espacio
En una mañana de octubre, Jatzibeth los espera en el caluroso salón de ciencias con un invitado especial.
– Muchachos, hoy tendrán la charla con un colombiano que está en el exterior participando del programa de investigación astrofísica en Harvard, quien también ha trabajado para la Nasa –les dice.
– ¿Hablar con un investigador de la Nasa? ¡Eso jamás me lo había esperado! –recuerda.
A través de la pantalla, Antonio Copete los saluda y les relata su historia con los astros. Les cuenta sobre los rayos Gamma, la energía y hasta de los mitos de vida extraterrestre; es como si hubieran viajado al espacio.
Johan queda sorprendido con su experiencia. Ve en Antonio la esperanza de encontrar nuevos horizontes en una ciencia de tan exquisito conocimiento. Días después le envía un mensaje:
“Hola señor Antonio Copete. Uno de mis grandes problemas es mi estudio. Tengo 16 años, estudio en la I.E. Antonio Derka, grado 10. Estoy en Ruta N, Horizontes, y soy de la Comuna 1 de Medellín. Creo que soy una persona diferente a las demás de mi barrio, todos aspiran a ser algo que no requiere tanto esfuerzo, también hay muchos jóvenes que ofrecen drogas y otras cosas. Me gustaría estudiar astrofísica, me va muy bien en física y en química, mi madre me apoya en todo lo que quiera estudiar pero mis otros familiares me dicen que no, que esas cosas en Colombia no se dan porque Colombia no necesita de la física, ni de la ciencia, y que menos se va a poder por mi estrato. Quería que me regalaras un consejo para estudiar astrofísica, qué podría empezar a estudiar, cómo ir avanzando. Sé que todo se puede con disciplina pero no sé cómo empezar.¡¡¡GRACIAS!!! ME GUSTARÍA TU RESPUESTA” |
Antonio se impresiona con esas palabras. Sabe que este joven es diferente, que no sigue los estereotipos de los niños de su edad y, en cierta medida, se identifica con él.
Tiempo después, Johan recibe un correo electrónico. Es Copete. Después de agradecerle por su atención en la charla, lo motiva a seguir estudiando. Le dice que personas como él son el futuro del país, que la disciplina y el esfuerzo lo pueden llevar muy lejos, como a él, quien desde Colombia no recibió apoyo porque “no tenía futuro en el exterior” y han de verlo en este momento.
Le comparte su mensaje a un amigo colombiano de Harvard y este le deja una reflexión:
“Yo le diría que personas como él han hecho que este mundo cambie. Personas como él fueron los que descubrieron que el mundo giraba alrededor del Sol y no al revés. Personas como él descubrieron que existían la gravedad, las células, el átomo, las galaxias, la relatividad… Personas como él le dan a este mundo la oportunidad de soñar que podemos ser mejores aunque toda la gente alrededor diga que no se puede. Personas como él son las que MÁS necesitamos en Colombia. Personas berracas que pueden cambiar el statu quo y llevarnos hacia un camino de paz y prosperidad”. |
Se alinean los astros
Cuando cumple 17, en 2015, Johan realiza algunos sueños que solo logran unos pocos privilegiados: participa de Círculos Horizontes y de Clubes de Ciencia en Astrofísica. Se presenta a las Olimpiadas Colombianas de Astronomía, estudia la media técnica de Software y participa del Grupo en Investigación Julio Garavito.
Él sabe que su recorrido astronómico no ha acabado y cada oportunidad que se le presenta llega como una estrella fugaz que debe atrapar. Por eso aprovecha estos espacios para practicar lo que más le gusta: la luz, las galaxias, la gravedad y las nebulosas.
Johan Stiven confirma que su vida girará alrededor de la ciencia. Se presenta a la Universidad de Antioquia para estudiar Astronomía y como segunda opción tiene Ingeniería Industrial, en la Universidad de Medellín.
Pondrá su empeño para pertenecer al grupo de los mejores investigadores a nivel mundial, ya sea observando los cuerpos celestes o creando los artefactos para hacerlo.
Mientras recorre la Línea K del Metrocable para llegar a la Comuna 1, Johan observa cómo las casas se van volviendo más pequeñas mientras asciende la montaña. Se imagina que está en un cohete espacial dejando atrás la tierra.
Tal vez su nuevo amigo, el doctor Copete, se siente orgulloso por haber hecho parte del sueño de un joven que mira al cielo con unas preguntas más profundas que las que hacemos los simples mortales.
Su historia es un ejemplo para tantos y un estímulo para los que desean ser algo más que seres que miran al cielo solo con la intención de descubrir si esta noche lloverá.