Agua

Consumo responsable del agua: más que cerrar la llave

Profesores de EAFIT analizan el consumo para garantizar la disponibilidad del tres por ciento de agua consumible que tiene el planeta.

Por Alejandro Gómez Valencia, periodista Área de Información y Prensa EAFIT*

Ir al trabajo en bus o en automóvil, desayunar huevo o fruta, desechar una camisa casi nueva para comprar otra, renovar el celular cada seis meses, lavarse los dientes, adquirir el periódico físico o leerlo en internet: cada acto de la vida cotidiana impacta y reduce la disponibilidad de agua apropiada para el consumo humano, cuyo porcentaje no supera el tres por ciento del recurso hídrico total de un planeta compuesto por agua en un 70 por ciento.

Tal es el panorama descrito por Alejandro Álvarez Vanegas, profesor del Departamento de Ingeniería de Procesos de EAFIT, quien resalta que la mayor parte del agua disponible es salada y no permite satisfacer las necesidades del hombre, por lo que la supervivencia del mismo depende de aguas superficiales y subterráneas a las que, en sus palabras, se les ha dado un mal uso a la hora de canalizarlas, desviarlas y devolverlas a los cuerpos de agua, para satisfacer el consumo humano y el uso industrial.

«El agua no se va a acabar en la Tierra, pues no la estamos exportando a otro planeta. Lo que cambia es su disponibilidad y las fuentes disponibles para obtener agua útil. Por eso, el uso de agua dulce es uno de los nueve límites planetarios propuestos por el Centro de Resiliencia de Estocolmo, siendo los otros la capa de ozono, la biodiversidad, la dispersión de productos químicos, el cambio climático, la acidificación del océano, la carga de aerosoles atmosféricos, y las entradas de nitrógeno y fósforo a la biosfera y los océanos», explica el experto.

Al respecto, Óscar Humberto Tabares Palacios, profesor del Departamento de Ingeniería de Procesos de la Universidad, considera que existe la falsa idea de que el agua apta para el consumo nunca se va a acabar, ya que el hombre le da un uso más irracional a los recursos entre más abundantes son.

«Cuando la escasez aparece es que empiezan a medirse. Pero también se debe tener en cuenta el crecimiento demográfico: como cada vez somos más, la situación se agrava mucho con el aumento de la demanda», advierte.

Y es que, según el profesor Álvarez Vanegas, el hecho de que el mundo esté poblado por 7.000 millones de personas que se lavan los dientes, cocinan y van al baño, hace que no se pueda restar importancia a los consejos sobre cerrar la llave al momento de lavarse los dientes o bañarse, pero advierte que el tema va mucho más allá y se relaciona con el consumo responsable.

El agua no se va a acabar en la Tierra, pues no la estamos exportando a otro planeta. Lo que cambia es su disponibilidad y las fuentes disponibles para obtener agua útil

Huella hídrica

Un tema que permanece invisible para la mayoría de las personas es el del uso indirecto de agua a través de los alimentos y otros productos que se consumen y se usan diariamente. Para Alejandro Álvarez, es difícil encontrar un proceso industrial que no requiera de agua durante su extracción, producción, transporte y otros pasos de su ciclo de vida.

«Cuando se mide la huella hídrica de un producto no solo se tiene en cuenta la cantidad de agua incorporada dentro del mismo. Todos los productos, un cuaderno, un lápiz, un celular, unos zapatos, tienen una huella hídrica asociada, pues se necesitó del líquido para su elaboración, la que se usó y se evaporó o no se devolvió al mismo cauce, lo que afecta su disponibilidad», aclara el experto.

Al hablar de la forma de reducir la huella hídrica, señala que hacer una buena separación de residuos asegura que muchos productos, como una botella de plástico, por ejemplo, no se deban producir de nuevo, lo que evita procesos de manufactura que consumen más agua.

Respecto a los aportes que cada quien puede hacer desde su vida cotidiana en el hogar, el profesor Óscar Humberto Tabares indica que el agua que queda tras el uso de la lavadora, o la que corre mientras quien se ducha espera el agua caliente, puede usarse para vaciar los sanitarios, mientras que el agua lluvia puede usarse con varios fines domésticos.

«La gente debe aprovechar el agua lluvia para trapear, regar las matas y vaciar el sanitario, algo que normalmente hacemos varias veces al día con agua potable, llevando a cabo un derroche impresionante. El agua de la ducha que sale mientras esperamos a que se caliente se puede usar para lavar el carro o la bicicleta. Además, un edificio que se construya hoy debería tener entre sus lineamientos el aprovechamiento de aguas lluvias», advierte Alejandro.

Todos los productos, un cuaderno, un lápiz, un celular, unos zapatos, tienen una huella hídrica asociada

Mínimo vital

En Medellín, la Alcaldía promueve la iniciativa del Mínimo Vital de Agua Potable como una manera de incentivar el consumo responsable del agua. El programa estima que la cantidad mínima de agua potable necesaria para atender las necesidades básicas de cada integrante del hogar no supera los 2.500 litros al mes: 500 litros en aseo personal; 500 en preparación de alimentos y consumo de líquido; 833 en aseo de la casa, y 667 en lavado de ropa.

«La iniciativa beneficia hogares con puntajes inferiores a 47,99 del Sisbén, que hagan parte de algún programa de la Alcaldía y cuenten con una instalación legal de servicios públicos, sin cuentas vencidas. En 2015, se sensibilizaron 39.186 hogares y se logró que 15.450 de ellos cumplieran con el mínimo. Eso llevó sus facturas de acueducto y alcantarillado a cero pesos; ahorró a la ciudad más de un millón de litros, y evitó que esa cantidad se descargara en el sistema de alcantarillado», resaltó Gustavo Adolfo Castaño Galvis, subsecretario de Servicios Públicos de Medellín.

Tanto el funcionario como los profesores de EAFIT coinciden en que la mejor manera para saber si se está haciendo un uso adecuado del recurso es hacer un seguimiento detallado de la factura de servicios públicos y, como familia, ponerse metas de reducción mensual.

«Al mirar la cuenta de servicios podemos ver los cambios de consumo en metros cúbicos. Cuando la gente es consciente de que esto se está midiendo empieza a ahorrar, y si, además, recurre a internet para buscar un medidor de huella hídrica que le muestre cuánta agua está consumiendo, al usar el carro, por ejemplo, puede empezar a aportar más», concluye Alejandro Álvarez.

En Medellín se estima que la cantidad mínima de agua potable necesaria para atender las necesidades básicas de cada integrante del hogar no supera los 2.500 litros al mes

*Información tomada de la Agencia de Noticias de EAFIT

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