La selva inflada: encuentro con una Colombia oculta y desconocida
Entrevista: Ana María Alvarado Betancur – aalvara1@eafit.edu.co
Redacción: Sofía Pérez Aristizábal – spereza5@eafit.edu.co
Una noticia en la prensa sobre la ola de suicidios de jóvenes indígenas del Vaupés llevó a Alejandro Naranjo hasta lo más profundo de la selva. Su investigación, convertida en un largometraje documental, muestra la realidad de una comunidad que hoy vive desilusionada ante los espejismos y promesas de un mundo que los ignora.
El documental, lanzado en marzo del 2016, cuenta la historia del suicidio de jóvenes indígenas entre 12 y 30 años en Mitú, capital de Vaupés. Este largometraje fue reconocido con una mención especial del jurado en el DOK.fest 2015, se ha encontrado en la selección oficial del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias 2015 y en la edición 2015 de Visions du Réel.
Su director, el periodista Alejandro Naranjo, estuvo en Eafit para hablar sobre cómo se trabaja en una producción de este tipo, desde la investigación hasta la realización. Bitácora habló con él para conocer un poco más sobre este largometraje que pone de manifiesto un problema social que ha permanecido escondido por muchos años.
Es claro que la inspiración fue una noticia que genera una gran conmoción por el tema del suicidio y lo que desde allí se teje a nivel social, político y educativo en el Vaupés, un lugar olvidado por la sociedad. Cuéntenos ¿cómo comenzó la investigación y qué la motivó?
El proyecto comienza en 2009 por medio de una noticia en la prensa, cuando me entero de las seguidillas de ahorcamiento en el Vaupés que venían dándose desde ya hacia un tiempo. Este tema del suicidio de indígenas del oriente amazónico no se ha contado en los medios y creo que esa fue la única nota que había en ese momento. A partir de eso empiezan nuevos cuestionamientos. El primero: ¿qué es el Vaupés? Porque definitivamente esta región para nosotros es nueva ya que nunca nos la han contado; ni en el colegio, ni en la universidad, etc.
Es uno de esos departamentos que son una mancha en el mapa, que se asume que es guerra, bosque o la imagen romántica, y en definitiva estas categorías no son ciertas. Entonces me cuestiona saber que en este paraíso terrenal se estaban matando los más jóvenes. Esto me llevó a preguntarme como colombiano, ¿cuál es el tipo de diversidad que estamos construyendo?
A partir de estos interrogantes empezó esta investigación, primero de tipo bibliográfica: cuál es la historia, qué era lo que pasaba en Vaupés y las historias no contadas. Después hice mi primer viaje de trabajo de campo para ver si esto que contaba la noticia era real, pues lanzaba hipótesis sobre el choque cultural y las carencias económicas que desembocaban en el suicidio.
Yo quería saber si eso sí era así como lo decía dicho artículo o si era una especulación. En este primer viaje nos dimos cuenta de esa realidad, que era un tema de corrillo pero al mismo tiempo deshumanizado y sin esperanza alguna frente a un tema tan difícil de manejar, y que no hay un diálogo en la comunidad frente al suicidio.
Cuando hablamos con los muchachos fue evidente la falta de un proyecto de vida que los motivara a realizar algún cambio en sus rutinas. La ansiedad y la tristeza se apoderaba de sus vidas, debido al cambio cultural al que les invitaba una sociedad de consumo, de moda, y de mentiras, porque nada de esas promesas de trabajo a las que se les motivaba se daban.
Así fue nuestro primer encuentro con Vaupés y Mitú, que son unos lugares mágicos, tan terribles como hermosos. Estamos hablando de una población de 80% indígenas puros y eso definitivamente marca y cambia las dinámicas de un pueblo, fue un encuentro con una Colombia oculta y no conocida pero fantástica.
¿Qué fue lo que más lo impactó en este proceso de construir este documental, lo que más lo movió a nivel interior y lo que más le dio satisfacción?
Definitivamente conocer a los chicos y sus historias de vida. En un primer contacto te encuentras con personas muy calladas, reservadas en su mundo, y cuando empiezas a romper esas barreras culturales, porque para ellos uno es un extranjero, se empieza desarrollar una relación.
Son historias de jóvenes que quieren salir adelante, sentirse parte del país, como cualquier otro. Para mí es fuerte verlos en esa situación de vulnerabilidad; la edad que ellos tienen, sus confusiones hormonales y súmale la cuestión del conflicto cultural que ya es bastante chocante pero que finalmente fue lo que nos motivó a contar sus historias. Definitivamente me satisface haber construido esta relación de camaradería y amistad que es algo que le queda a uno como realizador para la vida.
Después de mostrar esta realidad latente en el país ¿ha habido algún impacto a nivel político?
Es un poco apresurado hablar de un impacto político o social ya que esta película apenas se está mostrando aquí en Colombia. Se estrenó en el 2015 en el festival de Cartagena y de ahí tuvimos un recorrido de un año en varios festivales internacionales, pero digamos que es un circuito muy cerrado y especializado. Vamos a ver cómo reaccionan a partir de hoy los Colombianos y las instituciones.
Nosotros estuvimos en Mitú donde hicimos una premier. Fue un momento muy lindo, yo tenía mucho miedo y pude haber salido linchado de allá. Les pudo no gustar, pero al final se empezó a acercar la gente con los ojos aguados, que habían llorado toda la película, diciéndome que esa era la historia de sus hijos; familiares de los suicidas diciendo que eso era un homenaje, entonces todo esto es hermoso. En Mitú hemos tenido mucho apoyo, ante las instituciones uno cree que ellos van a querer ocultar o invisibilizar este tipo de realidades y por lo menos lo que yo encontré en esta ciudad fue una gran conciencia de lo que estaba pasando y casi pidiendo a gritos que alguien les pusieran atención. Hablé con psicólogos, gente de la alcaldía y todos ellos son conscientes del problema y saben que no hay los recursos ni los modos para enfrentar un tema tan grueso y profundo desde sus raíces como lo es este.
¿Esta investigación movió hilos invisibles dentro de un proceso social y educativo en el país o no pasó nada relevante?
Yo creo que sí y que lo está empezando hacer. El tema se empieza a visibilizar y empiezan a hablar de él. En las dos o tres semanas previas a la fecha de estreno ha habido mucha prensa importante, entonces hay un análisis relevante. Cuando cuento esta historia ocurre un clic en la conciencia donde nace la sorpresa de: “¡Hey!!! De verdad está pasando esto”.
¿Cómo es el sustento real de estos internados que albergan a los indígenas?
Yo creo que más allá del colegio, la iniciativa nace de la misma familia indígena. Hay que ser claro que en esta región está la historia de la cauchería, la casería de pieles y la fiebre de la coca, que le mostró a la comunidad una imagen del hombre blanco lleno de dinero, de lujos y de armas.
Esto deja ver también la falta de necesidad de trabajar el campo que es un oficio muy duro y se empezó a implantar en la mente indígena una idea: “Para que a mi hijo no le toque tan duro como a mí debo mandarlo a estudiar”. Esa la promesa de que va a tener una mejor vida. Muchos lo hicieron de manera voluntaria, niños de doce o trece años les dicen a sus padres que no quieren más esa realidad que ellos viven y estos los apoyan.
En lo institucional el gobierno tiene que ofrecerles educación a los indígenas, apoyarlos con alimentación, transporte y vivienda. En el internado se aplica el mismo modelo que nace en el Ministerio de Educación, es igual que en un barrio de Bogotá. No está contextualizado a la realidad de ellos entonces se les hacen las mismas promesas que a nosotros, la diferencia es que para nosotros es más fácil cumplirlas ya que tenemos más posibilidades.
¿Cómo se da la reestructuración ideológica para una reinserción social de una cultura indígena?
El colegio de Mitú ofrece algunos programas y los estudiantes de décimo y once se especializan en agro o cosas más ambientales que puedan aplicar, pero esta es una clase y en el fondo el tema del suicidio está más ligado a la alimentación, la educación, a un tema espiritual, afectivo, de salud pública…, y la contextualización de ellos no puede ser solo una materia, debe ser algo más holístico que les permita esta integración social, no solo al colegio sino a la región completa.
¿Cómo los lugares sagrados tienen una influencia en la causa del suicidio? ¿Qué hay de cierto y de místico en toda esta historia de muerte?
Cuando empiezas a hablar con personas como ellos te encuentras con dos vertientes de hipótesis que son científicas y místicas.
En lo científico se encuentran todo este tipo de informaciones que se han generado alrededor del tema y lo que se ve ahí es un diálogo entre ambas contraculturas y por eso el indígena tiene clara su posición mística pero no desconoce el lado científico.
En lo místico está todo el tema de las maldiciones. Por ejemplo, alrededor de Mitú hay unas piedras sagradas que se pican para construcción y esto genera, según ellos, un karma de muerte.